Sin Rastro (à traduire)

Estados Unidos, 2012
Título original: Gone
Dirección: Heitor Dhalia
Guión: Allison Burnett
Reparto: Amanda Seyfried, Wes Bentley, Jennifer Carpenter, Emily Wickersham
Duración: 95 min.

Nota Cinecritic
Regular

La primera vez que descubrí a Amanda Seyfried en la película Alpha Dog recuerdo que pensé que tenía muchos puntos de su parte para convertirse en actriz de renombre. Tenía belleza, magnetismo y suficientes aunque mejorables dotes artísticas para destacar. El punto de partida era prometedor.
Más tarde demostró tener sobrada calidad vocal al cantar con la gran Meryl Streep en Mamma Mia. Y finalmente llegó su prueba de fuego en Chloe, en la que encarnaba a una inquietante prostituta. A partir de ese momento su talento cinematográfico empezó a decaer sin control hasta Caperucita Roja pasando por la irrisoria Jennifer´s body y cayó en picado con In time, película que intentaron vender como la gran revelación de la ciencia ficción y que quedó en poco más que agua de borrajas. Siendo justos diré que Querido John y Cartas a Julieta eran películas agradables, pasables. Pero ni de lejos sirven como contrapeso en la balanza de su curriculum, hay demasiadas grandes mediocridades fílmicas en su carrera. Los resultados ahí están: negro sobre blanco. Pero eso no es nada comparado con esta película que se ha honrado a protagonizar.
Damas y caballeros, les presentamos a Amanda Seyfried en el papel de Jill, una joven traumatizada que cree que su hermana ha sido secuestrada por un psicópata.
Jill no olvida la noche que un extraño entró furtivamente en su casa y la raptó llevándosela a un zulo del que milagrosamente consiguió escapar. Desde entonces convive con el constante temor de que ese hombre algún día vuelva a por ella. Ahora vive con su inteligente y responsable hermana Molly, trabaja de camarera en el turno de noche y todo parece ir más o menos bien, hasta que una noche Molly desaparece. Jill vuelve de trabajar y encuentra la cama de su hermana deshecha, toda su ropa sigue en los cajones, no ha dejado ninguna nota, no contesta al móvil y no está con su novio. Para Jill las piezas encajan a la perfección: es él. Volvió por ella y, al no encontrarla raptó a su hermana. La policía se muestra algo más que escéptica al respecto: no había signos de lucha, nadie forzó la cerradura, ni siquiera hubo nunca pruebas concluyentes de que Jill hubiera sido atacada en el pasado. Salvo quizás en su mente...Jill no se rinde y decide encontrar a Molly por su cuenta.
Seamos sinceros: este argumento más que de una película como Dios manda parece arrancado de un mal telefilm que antena 3 incluye en su parrilla sábado sí y sábado también, ¿verdad? Pues no solo lo parece, sino que lo es. Unos actores desconocidos (a excepción de Amanda Seyfried) pululan por la pantalla como moscas atontadas que no saben qué dirección tomar, recitando sus diálogos como niños con su lección aprendida y lanzándose constantemente miradas furtivas, como preguntándose unos a otros "¿Y ahora qué hago?". Y no es de extrañar teniendo en cuenta que el guión está repleto de lagunas y momentos inverosímiles a más no poder. La idea de que una joven sin experiencia ni contactos pueda saltarse a la torera la vigilancia policial, de que un grupo de detectives queden caricaturizados como unos inútiles prepotentes incapaces de seguir un sencillo proceso de CSI es más que ridícula, es casi lamentable.
Al ver esta película una humilde servidora sintió dos pinchazos de dolor. El primero y más obvio era el del bolsillo, siete euros menos pesado que antes. El segundo era un dolor aun más profundo, el que siente una cinéfila al ver una película a la que la palabra "bodrio" le queda más que pequeña.

Anahis Bahillo

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