Garage Olimpo (à traduire)

Argentina/Francia/Italia. 1999.
Dirección: Marco Bechis
Guión: Marco Bechis y Clara Fremder
Foto: Ramiro Civita
Música: Jacques Lederlin
Productores: Amedeo Pagani, Eric Heumann y Erique Piñeyro
Elenco: Antonella Costa,Carlos Echevarría,Enrique Pineyro,Pablo Razuk,Dominique Sanda,Chiara Caselli,Miguel Oliveira

Nota Cinecritic
Muy Buena

El film transcurre en Buenos Aires, más específicamente en un centro de detención clandestino denominado Garage Olimpo, durante el proceso militar.
La intención del director es mostrar lo más objetivamente posible la violencia y el horror vividos en esos años tanto de parte de la represión como de la subversión, se muestra tanto la tortura y los vuelos de la muerte como los atentados y la colocación de artefactos explosivos; en este sentido podemos encuadrar la obra dentro de un realismo que trata de dar cuenta de todos los aspectos de la realidad sin caer en golpes bajos pero sugiriendo mucho con pocos recursos.
La estructura temporal del film es cíclica, ya que cierra de la misma forma como comienza: con la secuencia en la que una compañera de la hija del torturador apodado "Tigre", coloca una bomba debajo de la cama; de comienzo a fin se muestra como la violencia produce un círculo vicioso que no conduce a nada excepto a la muerte para ambas partes; también muestra un pueblo que no ve o que no quiere ver, al cual las peores situaciones le pasan por al lado sin que llamen la atención, como es la secuencia donde el comentarista deportivo relata una detención en pleno estadio sin que llame la atención de persona alguna (alusión al Mundial de Fútbol '78).
El papel de la Iglesia en este proceso esta representado por dos personajes: uno es el sacerdote al que se hace mención pero sin mostrarlo, que corre la misma suerte que el resto de los detenidos y torturados; el otro es el capellán que colabora con el poder pidiendo datos que luego serán utilizados por el gobierno, en lugar de ayudar a aquellas personas que lo requieren.
Otro dato importante es la historia de amor que se establece entre torturador y torturada, si bien se puede interpretar como la única vía de escape que María encuentra, también se sabe, y está estudiado como síndrome incluso desde la época de los campos de concentración.
Por último, es destacable que el director no apela a golpes bajos en muchas escenas donde podría haberlo hecho: por ejemplo la tortura no se muestra crudamente, se sugiere, se escucha, se imagina, se representa en la mente del espectador; todo ese encierro hace que uno mismo se sienta encerrado, encarcelado en ese calabozo en el que María se encuentra, yo diría que el clima está logrado.
Finalmente, la secuencia de los vuelos de la muerte acompañada con un aria de la ópera Aurora de Panizza, produce una mezcla muy lograda entre el horror de saber lo que va a ocurrir a continuación y la belleza de la música.

Adriana Schmorak Leijnse

BBBACK

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