Juste entre nous (à traduire)

Serbia, Croacia, Slovenia - 2010
Título original: Neka ostane medju nama
Dirección: Rajko Grlic
Guión: John Romano
Intérpretes: Miki Manojlovic, Bojan Navojec, Ksenija Marinkovic
Duración: 89 min.

Nota Cinecritic
Regular

Juste entre nous narra la historia de dos hermanos de Zagreb, Nikola (Miki Manojlovic) y Braco (Bojan Navojec), y sus respectivas vidas y vicisitudes sexuales y románticas. La historia toma como punto de partida la muerte del padre de los protagonistas, un pintor reconocido tanto por sus obras -pinturas de bellezas femeninas desnudas- como por su carácter seductor. A falta de poder decir que éste es el detonante de la historia, diremos que la historia parte de ese momento; un hecho irrelevante en el guión pero que, por contra, permite empezar la trama en algún momento concreto de la vida de los personajes.
Miki Manojlovic -actor fetiche de Emir Kusturika que cuenta además con una amplia filmografía- interpreta el papel de Nikola, el mayor de los dos hermanos. Un hombre burgués que compagina su doble vida amorosa con encuentros sexuales de amantes esporádicas y con un pasado secreto con la ex-mujer de su hermano. Éste último, Braco, profesor con un nivel de vida mucho más modesto, sigue enamorado de su ex-mujer, sentimiento que alivia acostándose con algunas de sus alumnas. A ésto debemos añadir los hijos de ambos hermanos y la cuestionada paternidad de éstos en ambos casos, cosa que dota a la trama de una complicación exagerada.
En la nota previa del director a propósito de su nuevo film, ya se nos previene del tema central de la película: las infidelidades. Rajko Grlic presenta el tema con una visión interesante en la que explica el adulterio como vía de escape "en una vida regida por el trabajo, la familia, la religión, el Estado, los medios y el dinero". Como si nuestra vida sexual fuera ya lo único que quedara a nuestra decisión, lo único que tuviéramos en nuestras manos. Y rebelarnos contra ella buscando emociones fuertes, fuera una manera de protestar contra todo aquello que nos ha sido impuesto y que con frecuencia odiamos.
Partiendo de esta premisa y de la justificación que aporta al tema, creemos estar ante una película que tratará las infidelidades -argumento por otro lado tan recurrido- de una forma distinta, desde un punto de vista diferente. Esperamos al leer esta nota que el film aporte algo nuevo, pero sin embargo, las expectativas quedan frustradas. El perfecto cásting con el que cuenta esta película no puede tirar adelante un guión tan lleno de situaciones vacías, pero consigue salvar el film de no destacar por ningún motivo.
Con Juste entre nous tenemos la sensación de adentrarnos sigilosamente en las vidas privadas -y ya avanzadas- de estos dos hermanos. Como si entráramos en un gran teatro tratando de no hacer ruido. Tratando de encontrar rápidamente y a tientas nuestro asiento, sin molestar a nadie, porque ya ha empezado la función y somos nosotros los que llegamos tarde. Y tomamos asiento en aquel punto de la obra para quedarnos allí observando las pasiones y los secretos más íntimos de la vida de los protagonistas, teniendo la sensación de que no nos hemos perdido demasiado antes de entrar, a pesar de nuestro retraso. Como si la historia que nos cuenta se explicara a partir de ese punto casi de manera anecdótica, sin hacernos partícipes de las emociones, sin dejarnos implicarnos lo más mínimo en la historia, siendo meros observadores de unas tramas cruzadas que narran vidas sentimentales y sexuales que consiguen sernos ajenas por su excepcional complicación.
El amor es un elemento clave para establecer cierto grado de empatía con el espectador. Y sin embargo, Juste entre nous se pierde este gran tema universal por intentar relacionar absolutamente a todos sus personajes, generando situaciones del todo rocambolescas que nos alejan de la realidad y que acaban por resultarnos incluso inverosímiles. Además, el film se nos presenta como una comedia erótica y, sin embargo, los puntos de humor -que no de erotismo- que encontramos en la película son mínimos. Ésto provoca la inevitable sensación de pensar que, a pesar de que hubiese sido más acertado otorgarle la etiqueta de drama, se la trama de comedia cometiendo el error de creer que así serán más justificables esas tramas imposibles.
En definitiva, esta película hace evidente la imposibilidad de relacionar todas las tramas de nuestros personajes convirtiéndola en una sola. Ésto, que en ocasiones puede generar una sensación de agradable armonía, suele quedar forzado en la mayoría de los casos. Y en éste caso en concreto, en que el sexo es el nexo de unión de todos los personajes que conforman una gran familia, queda incluso "raro". Inquietante.
Es sabido que nos gustan las situaciones en las que se producen extrañas conexiones y entonces, maravillados, podemos emplear la frase "el mundo es un pañuelo" con cierta admiración y misterio. Nos resulta gracioso que, al final, "todo esté conectado", porque ésto supone imaginar que el mundo escapa un poco menos a nuestro entendimiento. Pero lo cierto es que el mundo es bastante más grande que eso, y no está bien que intentemos forzar su ya evidente complejidad.

Marina Sabio

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