Septembre - Octobre 2019
Hunger (à traduire)
Reino Unido, Irlanda, 2008.
Dirección y guión: Steve McQueen
Con Michael Fassbender, Liam Cunningham, Stuart Graham, Brian Milligan.
Duración: 100 min
Fecha de estreno en salas: 26 de noviembre de 2008
Fecha de estreno en DVD: 11 de junio de 2009
Nota Cinecritic
El tema tan rico volvía el error difícilmente perdonable. Irlanda del Norte, 5 de mayo de 1981. Bobby Sands, militante emblemático del IRA, fallece a los 27 años en las cárceles de la bien llamada Maze (laberinto en inglés) luego de 66 días de huelga de hambre. Será el primero de una macabra serie, pues la mano de hierro político-ideológica iniciada algunos años antes entre el IRA y Margaret Thatcher, alcanza su paroxismo. Esta desaparición, como mínimo espectacular, no es más que el trágico resultado de ocho años de detención. Literalmente atrapado el gobierno británico, su enemigo hereditario, Sands, no habrá conocido entre sus 18 y 25 años más que un solo año de libertad. En abril de 1973 es condenado a 5 años de prisión por detención ilegal de armas. En septiembre de 1977 esta vez cae la cuchilla definitivamente: 14 años de reclusión por su supuesta participación en un tiroteo de la que no hubo pruebas. La sobrevida comienza y rezuma rebelión. Rebelión en 1976 contra la desaparición del estatuto de prisionero político reservado a los miembros del IRA o el muy simbólico blanket protest. Los combatientes reclaman a gritos por sus harapos de presos políticos y rechazan el uniforme de derecho común. De un día al otro, con sus largas barbas y sus cuerpos desnudos cubiertos con una simple cobija, se transforman en primitivos. Revelados de esta forma se parecen a una hermandad de homo-erectus extraviada en territorio hostil. Conmovedor y hermoso. A partir de 1977 los camaradas, como ellos mismos se llaman, no se lavan más y repintan sus celdas con excremento. Es el dirty protest. Durará varios años.
Pero en la pantalla vemos un esteticismo estéril pues Steve MacQueen es videasta, no cineasta. Confunde simbolismo y 7º arte estropeando de cabo a rabo lo que debería haber sido un gran guión. No sabréis nada de Bobby Sands al salir de la sala. La dimensión histórica, sin embargo ineludible, es eludida deliberadamente y el relato ahogado bajo capas de símbolos. Simbólica la escena de apertura de la rutina del matón que mancha con sus puños sanguinolentos el fregadero de su sala de baño. El único instante eléctrico es la matanza en el geriátrico. Su energía ilumina crudamente el fracaso de la película. El esteticismo omnipresente se observa pero no da a luz ninguna historia. La mirada de McQueen queda fijada sobre su versión de Sands. No tiene la generosidad de desprenderse. Otro fracaso notable es la justa verbal entre Sands y el capellán de Long Kesh. Redundante, sobrecarga la temática subyacente que cada uno habrá adivinado: morir por sus ideales o no. El realizador deja al neófito muy solo frente a esta versión unilateral y despojada de su contexto histórico. De hecho anula uno de los aspectos mayores de la vida de Sands: su dimensión social. Pues esta existencia es también une trayectoria intelectual. De su nacimiento proletario en Newtownabbey, en marzo de 1954, hasta su título de miembro electo del Parlamento más joven, en abril de 1981; de simple militante hasta el estatus de ícono político; Sands ha recorrido un camino admirable debido a una reflexión auténticamente personal. Sus años de aislamiento lo han llevado a definir su cultura y su estatus social. Aprendiendo por sí mismo su lengua de origen, se convierte rápidamente en escritor. Sin embargo no hay ningún progreso intelectual aquí, sino sólo un estudio del cuerpo. Y sin embargo él habrá sido el centro de la lucha. Resulta que Sands ha llevado desde el primer día de su huelga de hambre un diario íntimo, materia providencial para el argumento. Allí sondea su alma y entrega su testamento. Su última rebelión intelectual. Morir por pragmatismo evidentemente a causa de una vida robada por la prisión. Pero también por las razones más inconscientes que sean. Rechazar el alimento, vínculo materno por excelencia. He aquí un hecho fundamental totalmente ignorado. De este final inspirado en Cristo, que hace doblar el cuerpo bajo el dictado del inconsciente, no sabremos nada. Es escamoteado en una escena milimétrica que supuestamente restituye el calvario de la carne. Aunque era necesario mostrar todo minuciosamente, clínicamente. Sondear el receptáculo corporal para llegar al espíritu. Este viaje no tuvo lugar. Varios compañeros de lucha de Sands murieron en las mismas condiciones. Pero es Bobby quien ha alcanzado el inconsciente colectivo. Su dimensión mesiánica volvía particularmente ardua la elección del intérprete en el papel protagonista. Si Michael Fassbender falla, no es por falta de solidez o de convicción sino a causa del guión. Un desperdicio suplementario que deja un gusto amargo. Esperamos la próxima biografía sobre Sands que, si refleja su imagen, nos fascinará. Sarah Benzineb (Francia) |
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