Septembre - Octobre 2021
12 BAFICI , Une visite du festival international du cinéma indépendant de Buenos Aires
Cada año es más difícil hacer un balance del Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires. Lo que empezó como un pequeño proyecto en el año 1999 no ha dejado de crecer año a año, incorporando secciones, agregando actividades, proponiendo nuevos espacios para la exhibición de las películas, sumando invitados y convocando un público cada vez más amplio. Las estadísticas aseguran un crecimiento del 10% en la asistencia del público con respecto al año pasado, y un total de 200.000 entradas vendidas. A lo largo del festival se exhibieron 422 películas en 21 salas de la ciudad, y se realizó toda una serie de actividades especiales entre las que podemos contar seminarios, mesas redondas, encuentros con directores y presentaciones de libros, entre otras. Más allá de lo que indiquen los fríos números, es innegable que el BAFICI viene creciendo al punto de hacerse inabarcable por la cantidad y variedad de sus propuestas. Haremos sin embargo un intento de recorrido por su última edición, que contó nuevamente con la dirección artística de Sergio Wolf. Sin ánimo de exhaustividad, propondremos una suerte de recapitulación de lo que nuestro festival de cine independiente nos dejó en 2010. Las películas El film que inauguró la 12ª edición del festival fue Secuestro y muerte, de Rafael Filippelli, película centrada sobre el secuestro y fusilamiento del General Pedro Aramburu por parte de integrantes de la organización Montoneros. Así se dio comienzo a un festival en el cual la presencia de films de temática política fue notable, principalmente en la sección La Tierra Tiembla, en la selección de documentales independientes chinos y en films del esloveno Peter Kerekes. Por otro lado, el film que cerró el BAFICI fue Los condenados, de Isaki Lacuesta, que siguió esta misma línea, planteando la historia de un reencuentro de viejos compañeros de militancia que buscan restos de otros compañeros en la selva. Más allá de la apertura y clausura del festival, la grilla de éste incluyó una vez más la sección Cine al Aire Libre, con entrada gratuita; y su grilla regular de funciones. La extensísima lista de films hace imposible el detenimiento en cada uno de ellos, aunque podemos destacar la presencia de Focos tales como el dedicado a los franceses Marie Loisier y Jean Gabriel Periot, el del inglés Chris Petit, o el del suizo Peter Liechti; así como retrospectivas tales como la del brasileño Rogério Sganzerla. También los cortos tuvieron su lugar, en la habitual Selección Oficial de Cortometrajes. La selección Oficial Internacional contó con diecinueve obras de las cuales hicieron su estreno mundial Centro (Sebastián Martínez), Lo que más quiero (Delfina Castagnino), La quemadura (René Ballesteros) y Red Dragonflies (Jiekai Liao). Les beaux gosses (Riad Sattouf), Os famosos e os duendes da morte (Esmir Filho) y Alamar (Pedro González-Rubio) fueron de los films más esperados. Entre la Selección Oficial Argentina las películas Los Labios (Iván Fund y Santiago Loza), Lo que más quiero, de Delfina Castagnino e Invernadero (Gonzalo Castro) fueron de los films más aplaudidos. Sobre esta sección del festival puede verse en este número el artículo de Jimena Trombetta. Los cortos institucionales Una vez más el festival propuso cortos de un minuto de duración a modo de films institucionales, que fueron proyectados antes de cada función. Los directores seleccionados para la 12ª edición fueron Gastón Solnicki, Celina Murga y Enrique Piñeyro. El primero de ellos es el autor de Un gesto, film realizado en solo plano que nos muestra un rostro acompañado por una intensa música, que resemantiza inquietantemente sus expresiones. En cuanto a Murga, su propuesta titulada Botánico ofrece un recorrido por la vegetación del Jardín Botánico de la ciudad de Buenos Aires hasta el encuentro con una joven lectora ubicada en algún rincón del jardín. Por último, Nieves del tiempo fue el film de Piñeyro, en el que se explora una ciudad de noche de la mano de un personaje que deambula en moto hasta encontrarse con otro, bajo una nevada. Sin la calidad artística que supo caracterizar a cortos institucionales de otras ediciones (directores como Ariel Rotter o Lisandro Alonso se lucieron en la realización de este tipo de películas para el BAFICI), se destacó de todos modos la variedad en las propuestas estéticas de cada film. Los premios El festival distinguió, dentro de la Selección Oficial Internacional, al film Alamar (Pedro González-Rubio) como Mejor Película. A la vez, la distinción a la Mejor Película Argentina de esa categoría fue para Lo que más quiero, de Delfina Castagnino. En el marco de la Selección Oficial Argentina el premio a la Mejor Película fue para el film Invernadero, de Gonzalo Castro. Por otro lado, el voto del público distinguió a Mary and Max, de Adam Elliot, como Mejor Película Internacional; y a El ambulante, de Eduardo de la Serna, Lucas Marcheggiano y Adriana Yurcovich como Mejor Película Argentina. Las actividades especiales Las clásicas mesas de encuentro, seminarios, presentaciones de libros y demás etcéteras que componen habitualmente la sección de Actividades Especiales implicaron una variada programación. Al igual que en ediciones pasadas, la Industry Office del festival (área destinada al encuentro entre diversos agentes de la industria cinematográfica), propuso las mesas Dupla director-productor; Festivales internacionales de cine: criterios de selección y programación (mesa a la cual se invitó en esta ocasión a representantes de los festivales de Cannes, Rótterdam, Belfast, Marsella y Miami); Mercados latinoamericanos, estrategias de coproducción, distribución y comercialización; De la idea a la película y ¿Cómo se hace la primera película?. Por fuera de la Industry, se realizaron muchas otras mesas, entre las cuales se destacaron varias focalizadas en temas políticos, en sintonía con un festival que tuvo una importante presencia de cine de tendencia política. Entre las fundamentales podemos encontrar la mesa Cine y militancia: el recorrido de Enrique Juárez, junto a la proyección de su film Ya es tiempo de violencia (1969); o el workshop El capitalismo según Jim Finn. También se invitó al público a los Diálogos con Chris Petit Alain Guiraudie y Peter Kerekes, entre otros; y a mesas sobre restauración de copias de películas y sobre la relación cine-crítica. Los libros Como tantas otras veces, el festival presentó libros de su propia edición. Este año se editó, por un lado, Cinematógrafos, de Edgardo Cozarinsky, una compilación de escritos publicados por el autor en diversos medios y presentado en el marco del foco Ficciones Privadas. Por otro lado, se editó Cine encontrado ¿Qué es y a dónde va el Found Footage?, de los compiladores Leandro Listorti y Diego Trerotola, también programadores del festival. En este caso se trata de un estudio sobre ese cine surgido de fragmentos provenientes de cámaras digitales accesibles, o incluso teléfonos celulares, que luego son abordados por la mirada de un artista. Las novedades En el marco del BAFICITO, sección dedicada íntegramente al cine para niños, se sumó este año el taller Animationbox. El mismo consistió en un espacio de creación de cortos de animación que los propios chicos pudieron realizar. El método creado por Erling Ericsson devino en un film que contó con su propia exhibición dentro de la programación del BAFICITO. Los chicos realizadores fueron los invitados especiales de la función. La música Dentro del Espacio Bafici, área destinada a las actividades especiales del festival, se desarrolló una vez más el ciclo de recitales nocturnos que viene acompañando desde hace varios años al resto de las actividades propuestas. Sin figuras de la talla de Benjamin Biolay, por ejemplo, exponente de la chanson fracaise y antiguo invitado del festival, la escena incluyó al músico pop argentino Leo García interpretando temas de Miguel Abuelo, a Ariel Minimal y al uruguayo Dani Umpi junto a Maricas Malas, entre otros. Al desarrollarse en el marco de las actividades especiales, las entradas a todos los recitales fueron gratuitas. Las intervenciones La política de abrir las puertas hacia afuera parece haberse instalado en el festival. El mismo no consistió únicamente en la exhibición de películas y en el desarrollo de actividades puertas adentro. Además del Cine al Aire Libre se llevaron a cabo un par de eventos de intervención directa sobre la ciudad. Uno de estas intervenciones tuvo su origen en el film argentino Torino, un documental dirigido por Agustín Rolandelli perteneciente a la Selección Oficial Argentina. Acompañando la exhibición de dicha película se realizó un recorrido de veinte autos Torino que comenzaron su recorrido en la puerta del Espacio BAFICI y circularon por calles cercanas hasta llegar al Pasaje Carlos Gardel, donde se mantuvieron temporalmente en exhibición, para volver finalmente al Espacio BAFICI. La iniciativa contó con el apoyo del Club Amigos del Torino, cuyos socios condujeron los autos. Por otro lado, otro auto, en este caso el Peugeot 504, fue objeto de exhibición en las escaleras del Shopping Abasto, sede principal de festival. La instalación se hizo en ocasión de la exhibición de El Rati Horror Show, film de Enrique Piñeyro también integrante de la Selección Oficial Argentina. La película se centra en la denuncia de corrupción en el seno de la policía. El auto en cuestión, con chapa de policía, se ubicó junto con una inscripción de advertencia para todo aquel que pasara frente a él. Las recuperaciones La sección Clásicos Modernos ofreció películas que han devenido clásicos con el correr del tiempo, en copias restauradas. La lista incluyó Escala en la ciudad (Alberto de Zavalía ,1935), Antonio das mortes (Glauber Rocha, 1969); Flak y Dream Tower (Ron Mann, 1976); y Cazadores de almas (Josef Von Sternberg ,1925). Esta sección del festival trabajó en colaboración con el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken, sumando actividades como exhibiciones gratuitas y mesas redondas integradas por Paula Félix-Didier, directora del Museo, y diversas personalidades del medio. A modo de cierre Tal como anticipamos en un principio, creemos que no hay manera de hacer una cobertura profunda y completa del BAFICI de este año en unas pocas páginas. Año a año es tal su crecimiento que se torna inabarcable. Sabemos que nuestro breve recorrido ha dejado afuera secciones como el BAL (Buenos Aires Lab), dedicado fundamentalmente a encuentros con fines de coproducción y a exhibiciones de Works in progress; e incluso a personalidades que formaron parte de la grilla de invitados de este año, tales como Paloma y Marilia Rocha, Joao Pedro Rodríguez, Bruno Dumont, Jean-Gabriel Périot, Kazuo Hara o Reynold Reynolds. Sabiendo entonces que nuestro panorama no deja de ser pequeño, nos resta simplemente rescatar la abundancia de propuestas del festival, que no siempre gozaron de una gran calidad artística (ha habido mejores ediciones del BAFICI, para qué mentir…) pero que a la vez no dejan de demostrar una interesante voluntad de abrirse a nuevos públicos, ir más allá de las fronteras de una sala de cine y enriquecer la grilla de actividades con opciones de toda clase. Soledad Pardo |
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