Septembre - Octobre 2021
El extraordinario viaje de T. S. Spivet (à traduire)
Francia / Canadá, 2013
Dirección: Jean Pierre Jeunet
Guión : J. P. Jeunet y Guillaume Laurant, sobre la novela de Relf Larsen
Reparto: Kyle Catlett, Helena Bonham Carter, Judy Davis
105 minutos
Nota Cinecritic

Se trata de una película excesiva, de esas que derrochan en escenas coloristas la idea de la fantasía, como si el cine fuese siempre una fábrica de imaginación, la historia se centra en un chico que va a recoger un premio de ciencia, él es un pequeño cartógrafo, que cree en la fantasía, donde la forma de ver las cosas es fundamental, la idea, sin duda, es la que expone el director, como trasfondo de la historia, debemos desterrar tanta realidad y dejarnos llevar por la imaginación para soportar la tediosa vida cotidiana.
Hay juguetes de madera, cuadernos de bitácora, mapas, todos señuelos de ese espíritu fantasioso que lleva dentro la película, porque el director de Amélie sigue creyendo que esa es la forma de ver y vivir la vida, jugando con lo extraño que ella tiene, donde hay que buscar el sentido oculto de las cosas, para seguir sobrellevando la realidad.
La película, por ello, es agradable, si nos olvidamos de lo que es real y lo que no, debemos alejarnos de interpretaciones verosímiles y, en la línea de la notable La invención de Hugo de Scorsese, plantear que todo puede ser interpretado, que el azar forma parte de nuestras vidas, que soñar también es necesario. Las interpretaciones de Kyle Catlett, de Helena Bonham Carter y Judy Davis son aceptables, logran transmitirnos la emoción de la historia y demuestran la solvencia de las dos grandes actrices y de ese joven actor, de mirada asombrada, pleno de fantasía en su fuero interno.
Los que se sientas irritados por el exceso del director, pueden darse cuenta que este esfuerzo no es en vano, no es más que una forma de hacer cine, para niños o para mayores, si conservamos algo de la ingenuidad necesaria para no ahogarnos en la realidad.
La curiosidad infantil es, probablemente, la más grande, porque nace de un estado que todavía no sufre el desencanto vital, una sensación que vamos perdiendo cuando crecemos, esta apuesta del director por la infancia es de agradecer y hace que la película sea algo más que un entretenimiento, una buena cinta que puede dejarnos huella, sin nos abandonamos a ella y disfrutamos de sus imágenes.
Pedro García Cueto

