Septembre - Octobre 2021
The Artist (à traduire)
Francia, 2011 Dirección y guión: Michel Hazanavicius Reparto: Jean Dujardin, Bérénice Bejo, John Goodman, James Cromwell , Penelope Ann Miller Duración: 98 min. Nota Cinecritic ![]() |
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Valorar la película The Artist es establecer un conflicto con uno mismo y con la identidad que hemos adquirido al vivir en la época de los avances tecnológicos, de la imagen digital y de tantos otros desarrollos que simplemente hemos asumido como parte integrante de ellos mismos y de su génesis. La propuesta de Michel Hazanavicius, golpea la consciencia cinematográfica alcanzada en éste siglo XXI, en una arriesgada propuesta que parte ni más ni menos que desde cine mudo y en blanco y negro, en una etapa en la que el digital y sobre todo la tridimensionalidad se imponen en las salas. Se trata de una revisión sorprendente de los años 20, sin duda claves para la industria fílmica, y definidos por una cierta incertidumbre en el tránsito del cine mudo al sonoro y todos los condicionantes que éste trance suponía. La película, ambientada en 1927, contrarresta la ausencia de diálogos con una más que espléndida interpretación del principal protagonista George Valentin (Jean Dujardin) cargada de una gran riqueza de registros, así como por medio de unas cuidadas fotografía y edición, y por supuesto de una gran banda sonora. La trama se centra en exponer, bajo una fuerte carga nostálgica, el cambio en los modelos fílmicos, y la traumática situación que para muchos supuso la adaptación al sonoro. The Artist nos habla de la incesante necesidad por parte de la Industria cinematográfica, de crear y desechar a sus estrellas, cuando éstas han dejado de ser útiles, o lo que es lo mismo, rentables en las taquillas. Una de las escenas más representativas de la película, en relación con el imprevisto giro que tomaron las tendencias fílmicas, es en la que Valentin, a través de una pesadilla, es asediado por la inminente sonoridad, preludio de su ocaso como actor de éxito en el mudo, en detrimento de jóvenes y emergentes estrellas como es el caso de Peppy Miller (Bérenice Bejo), que lleva a cabo una gran interpretación, pero sin comparación alguna con los niveles que alcanza Dujardin. El espectador es trasladado a un tiempo en el que podemos apreciar desde dentro la evolución misma del cine, en una etapa de adaptación en todos los sentidos, donde las productoras permanecían en constante puja con los actores y donde el público reclama diversidad temática, desde espadachines hasta exploradores, siempre en una búsqueda de exóticas aventuras. Son los años que van a preceder a la época dorada del cine americano, y están presentes muchas referencias en forma de homenaje hacia toda ésta serie de experiencias evolutivas del cine como medio de expresión artística, y también como producto comercializado. Constantes son de igual modo las alusiones a películas consagradas que hacen referencia a la misma temática como son Cantando bajo la lluvia de Stanley Donen y Gene Kelly en 1952, o El crepúsculo de los Dioses de Billy Wilder en 1950. En el caso de Cantando bajo la lluvia, aparece también como tema principal, la exitosa carrera de un actor de cine mudo, violentamente truncada por el rápido cambio hacia el sonoro, teniendo además en común la presencia de una chica que les ayuda a superar la situación. Las diferencias se establecen por ejemplo en las formas de encajar dicho cambio por parte de los protagonistas, y en el tono que adquieren los acontecimientos cuando todo parece perdido para ellos. Destacar ante todo en ambas películas, la figura del galán que ha alcanzado la cumbre por medio de su encanto personal y su contundente presencia en la pantalla, repleta de connotaciones que nos hacen sonreír y que evocan un evidente optimismo y dignidad frente al oficio. Por último, comentar que a pesar de su arriesgada apuesta, no deja de ser una historia que puede ser considerada como previsible en su desarrollo y un tanto lenta en algunos pasajes, aspecto que no empaña la audacia de su propuesta y que le hace convertirse en una efectiva muestra de afecto hacia el cine y su esencia muy recomendable. Es sin duda una obra maestra que tiene la capacidad de restablecer de algún modo los principios clásicos frente a los productos cinematográficos actuales. Juan Sánchez Borox |
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