Woody Allen: el rey de la comedia
El cine de Woody Allen es un canto de amor al séptimo arte, porque pocos directores nos han dejado en la memoria tantas referencias al cine, a la idea de ver películas como una ceremonia que enriquezca nuestras vidas. El director norteamericano nació el 1 de diciembre de 1935 y empezó a ir al cine con tan solo cinco años, él nos lo cuenta así: "Y me quedé fascinado con las películas. Vivía en un barrio de Brooklyn de la clase media-baja y había alrededor de 25 cines a los que se podía llegar andando desde mi casa. Así que iba continuamente". Como nos recuerda Jorge Fonte en su magnífico estudio de Woody Allen de Cátedra, Signo e Imagen, el ir al cine era una ceremonia, una especie de lugar de encantamiento, para enriquecer la vida: "El ir al cine se va a convertir en un efecto recurrente a lo largo de su filmografía. Como iremos viendo, el cine se utiliza como curación de todos los males y como escuela educativa. Supone momentos mágicos en su vida. Sus personajes van al cine en busca de una experiencia intensamente personal, y todos van a sentir su increíble admiración por las películas" (p. 109). De guionista a cómico y director: el cine como referente fundamental Woody Allen gana 20.000 dolares a la semana haciendo guiones cuando decidió dejarlo para ir a un club a contar chistes, lo que supuso un shock para la mujer con la que se había casado Harlene Rose, una mujer licenciada en filosofía, que sabía varios idiomas y que nunca comprendió la vis cómica de Allen. Se casó en febrero de 1966 con la actriz Louis Lasser, con la que se sintió más unido, pero que, según Allen, era muy voluble, teniendo momentos álgidos y algunos de cierta depresión. Pero el cine le llega desde el mundo del guión, cuando escribe ¿Qué tal, Pussycat?, una comedia con Peter O´Toole y Romy Schneider de cierto interés. Pero el gran Woody llegó cuando dirigió, escribió e interpretó Toma el dinero y corre (1969). El mundo del cine está presente en esta película que cuenta la historia de Virgil, un ladrón que tiene muy poco éxito en sus robos, la película de Stuart Rosenberg, La leyenda del indomable (1965) fue un referente cuando se ve una secuencia en que se contempla cómo se fugan unos prisioneros encadenados. Pero es en Bananas (1971) donde hay una escena en la que podemos ver el Palacio de San Marcos y un cochecito de niño que cae por unas escaleras, clara mención a la famosa película de Eisenstein, El acorazado Potemkin (1925). Los decorados de El dormilón (1973) se inspiran en películas tan famosas como Metrópolis (1927) de Fritz Lang, o 2001, una odisea del espacio (1967). Pero la mayor parodia de esta acertada y muy divertida película (lo que confirma que el cine primero de Allen es más fresco y, a veces, menos trascendental que el de los ochenta y noventa), es cuando Miles Monroe, el protagonista que ha permanecido dormido mucho tiempo, debido a los efectos de una droga, tiene alucinaciones y cree que es Blanche Du Bois, la protagonista de Un tranvía llamado deseo, mientras Diane Keaton (una de sus musas esenciales en películas míticas como Annie Hall, por poner un ejemplo) le sigue la corriente y hace de Marlon Brando (Kowalski) en una escena, cuyo diálogo reproducen, de la película. Pero no hay que olvidar las hermosas imágenes de Manhattan y la deuda que esta película tiene con otras cintas inolvidables, como en la escena en que Mary (Diane Keaton) e Isaac (Woody Allen) pasean por la noche en Nueva York, lo que nos recuerda a la hermosa cinta de Vincente Minelli Dos semanas en otra ciudad (1962), donde los personajes principales, un Kirk Douglas y una Lana Turner impresionantes, paseaban juntos en bellas escenas nocturnas. Pero está también presente un homenaje al maestro Billy Wilder, cuando Isaac va buscando a Tracy (Mariel Hemingway) al final del filme y sube las escaleras de su casa, como Shirley McLaine cuando se da cuenta de la bondad de Baxter (Jack Lemmon) en la magistral El apartamento. Y aún hay más, el paseo de Tracy e Isaac por Central Park tiene como referente indudable a la famosa película de Fred Astaire y Cyd Charisse Melodías de Broadway 1955 (1953) también de Vincente Minelli. Pero Woody Allen ha sido un admirador de Fellini o de Bergman realmente apasionado, por ello, en La rosa púrpura de El Cairo (1985) no podemos evitar comparar la relación que la soñadora Mia Farrow tiene con esos actores que se salen de la pantalla, cuando ella va al cine continuamente (como hacía Woody Allen) y se enamora del protagonista, con El jeque blanco de Fellini (1952), cuando el actor famoso se enamora de una chica que lo admira perdidamente. Una de las película más divertidas y, a mi modo de ver, más logradas de Woody Allen fue Misterioso asesinato en Manhattan (1993) donde el genial director hacía un claro homenaje a una película mítica de Hicthcock, La ventana indiscreta, ya que la pareja formada por Woody y Diane Keaton sospechan de su vecino, al que creen un asesino, esa idea del voyeur que tiene la curiosidad de entrar en la intimidad de los demás está muy bien resuelta, con humor y misterio, por Allen. Carol (Diane Keaton) es la que se obsesiona con la idea de que el vecino, un maduro empresario, ha asesinado a su anciana mujer. Paul, el presunto asesino (el actor Jerry Adler) nos recuerda físicamente a Raymond Burr, el asesino de La ventana indiscreta. Woody Allen es precavido como lo era James Stewart en la película y la Keaton es atrevida en la línea de la adorable Grace Kelly de la película de Hicthcock. La influencia del cine europeo en la obra de Woody Allen Fue precisamente la magnífica Annie Hall (1977) donde Allen logra hacer un cine más filosófico, sin abandonar el humor, sino reforzado por esa divagación sobre la vida, la diferencia entre el director norteamericano y los realizadores europeos en los que se centra, Bergman, Rohmer, Antonioni, es el humor, ya que los últimos carecen de él, mientras que el cine de Allen juega con la ironía para reírse de la vida, de los problemas serios, para sobrevivir a través de la parodia de nosotros mismos. Manhattan (1979) es un claro ejemplo de influencia de Rohmer, ya que, al igual que el director francés, Allen hace una película donde se habla continuamente, donde se divaga sobre la vida, al estilo del cineasta francés. Los paseos continuos de los personajes (también presentes en Annie Hall) por la ciudad de Nueva York nos conducen a un mundo donde la realidad, el marco escénico, la ciudad de los rascacielos, es una traslación de los fondos de la Naturaleza de Rohmer, donde los personajes hablan y dialogan continuamente, muy habitual en las películas francesas. Para Allen, el cine europeo no ha perdido la importancia de los diálogos, los cuales sí han ido desapareciendo en las películas americanas modernas, ya que los grandes guiones, de Billy Wilder, de Herman Mankiewitcz, ya han desaparecido para siempre. Como dice Jorge Fonte en su estudio sobre Woody Allen: "A pesar de esta clara e importantísima influencia rohmeriana, Ingmar Bergman y Federico Fellini van a ser dos de sus principales y más importantes puntos de partida cinematográfica. Ambos constituyen una fuente inagotable de ideas, temas y estilos" (p. 202). Las referencias a Bergman aparecen en películas tan tempranas como Bananas, donde encontramos unos monjes medievales que nos recuerdan a los de El séptimo sello (1956). Y en la divertidísima La última noche de Boris Grushenko, Allen utiliza los créditos iniciales escritos en blanco sobre fondo negro, típicos del cine de Bergman. También Bergman está en los temas de las películas de Allen, la idea de la pareja y el fracaso como resultado de toda relación está presente en Annie Hall o en Manhattan, pero donde más se aprecia el influjo del director sueco es en Interiores (1978), una película atípica de Woody Allen, por la seriedad que imprime a todo, donde el humor es escaso, los temas de la muerte, la incomunicación entre las personas, la duda ante la idea de Dios, etc, nos recuerdan claramente al mundo de Bergman. Los hombres inseguros y poblados de dudas contrastan con mujeres fuertes que defienden su femineidad en un mundo de hombres, en la línea de las películas del director sueco. También Interiores toca el tema de una madre artista, como la madre de Sonata de Otoño (1978) de Bergman, donde la madre acaba suicidándose adentrándose en el mar, como la famosa poetisa Alfonsina Storni. También Hanna y sus hermanas (1986) es una película que lleva el aliento de Bergman, la presencia de mujeres, sus conflictos, la incomunicación, el drama madres e hijas, son, sin duda, reflejos del mundo bergmaniano. En definitiva, el cine europeo está presente en el mundo de Woody Allen, porque el amor por ese cine, donde lo importante es la historia, la radiografía del alma de los personajes, nos hace apreciar el esfuerzo de Allen por un cine de gran calado intelectual, donde el humor se filtra, en algunos casos, como un deseo de ironía ante la crueldad de la vida. La música en sus películas No podemos entender el cine de Woody Allen sin la música, la que adorna el comienzo de su última y notable film, Midnight in Paris, la que está presente en la mayoría de ellas, con el saxofón o el clarinete como fondo ineludible. Por poner algunos ejemplos, recordemos Annie Hall en la que Diane Keaton canta, en un night club, It had to be you, en Manhattan, la música de George Gershwin acompaña toda la historia y las hermosas imágenes de la ciudad de Nueva York. En Stardust Memories, Allen se queda ensimismado en un momento de la película escuchando a Louis Armstrong cantar Stardust. En Hanna y sus hermanas, Woody Allen y Dianne Weist van a un night club a escuchar a Bobby Short cantar I´m in love again de Cole Porter. Los títulos de crédito de la película La rosa púrpura de El Cairo están acompañados por la canción de Irving Berlin Cheek to Cheek. Son solo algunos ejemplos de la gran música que acompaña a sus películas, pero no hay que olvidar que, incluso, dirigió una película titulada Acordes y desacuerdos (1999) donde contaba la vida de Emmet Ray, un célebre guitarrista de jazz, interpretado por Sean Penn. Y la música clásica aparece en películas tan famosas como La última noche de Boris Grushenko, con la música del compositor soviético Prokofiev o La comedia sexual de una noche de verano, con música de Mendelssohn. Sin olvidar que en Hanna y sus hermanas podemos escuchar piezas de Bach o de Puccini. Woody Allen: el rey de la comedia Pocos directores han dejado la huella de un cine hecho con los mimbres del humor como Allen, nadie puede olvidar la imagen del director-actor vestido de espermatozoide en Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar (1972), otra escena inolvidable es la de Gene Wilder enamorad de una cabra en otro sketch de la película, o la mirada alucinada de Allen en El dormilón (1973), sin olvidar el humor que corre por todas las escenas de la excelente Toma el dinero y corre (1969). Su cine más actual también tiene un humor fresco, acorde con una mirada a la vida envidiable, hecha con ingenio e ironía, por poner un ejemplo, me quedo con Desmontado a Harry (1997) donde la llegada de Harry (un escritor de prestigio) al homenaje que le van a dar en la Universidad Adair College con una prostituta es antológico. Tampoco podemos olvidar Annie Hall, donde Allen tiene que matar una langosta en casa de Annie, todo un prodigio de humor. Allen es autor de un humor trágico como el que sobrevuela en Match Point (2005), una historia de arribismo y de codicia, en la línea de las mejores obras de Shakespeare. Para concluir, diré que siempre he disfrutado con el cine de Woody Allen, sean obras menores como Scoop o Granujas de medio pelo, o mayores como Manhattan o Annie Hall. Su última película, Midnight in Paris, nos hace soñar, de nuevo, con otro tiempo, el París de los años veinte, porque la vida para el director norteamericano y, para nosotros, no sería nada sin la capacidad de soñar, sin la posibilidad de inventar cada día nuestras vidas. Que, por muchos años, nos siga sorprendiendo el cine de este maestro de la comedia, el rey de la comedia. Pedro García Cueto Filmografía esencial: Toma el dinero y corre (1969), Bananas (1971), Sueños de un seductor (1972), Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar (1972), El dormilón (1973), La última noche de Boris Grushenko (1975), Annie Hall (1977), Interiores (1978), Manhattan (1979), Stardust Memories (1980), Zelig (1983), La rosa púrpura de El Cairo (1985), Hanna y sus hermanas (1986), Días de radio (1987), Septiembre (1987), Delitos y faltas (1989), Maridos y mujeres (1992), Misterioso asesinato en Manhattan (1993), Balas sobre Broadway (1994), Poderosa Afrodita (1995), Desmontando a Harry (1997), Acordes y desacuerdos (1999), Granujas de medio pelo (2000), La maldición del escorpión de jade (2001), Melinda y Melinda (2004), Match Point (2005), Scoop (2006), Cassandra´s dream (2007), Vicky Cristina Barcelona (2008), Midnight in Paris (2011). |
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