El pasado
Titulo original: Le passé Francia, Italia, 2013 Dirección y guión: Asghar Farhadi Reparto: Bérénice Bejo, Tahar Rahim, Ali Mosaffa, Pauline Burlet, Babak Karimi. Duración: 130 minutos Nota Cinecritic ![]() |
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Después de cuatro años de separación, Ahmad llega a París proveniente de Teherán, por pedido de su esposa francesa Marie, para proceder al trámite de divorcio. Durante su breve estadía, Ahmad descubre la relación conflictiva entre Marie y su hija mayor, Lucie. Los esfuerzos de Ahmad por intentar mejorar esta relación, lo llevan a develar un secreto del pasado. Este último filme de Farhadi parece la continuación de La Separación (2011). Allí una mujer decidía separarse de su marido para poder emigrar a Canadá junto con su hija y abandonar Irán, esta actitud desencadenaba una serie de desgracias y contratiempos en la pareja y en todas las personas alrededor, lo cual sin embargo no impedía que ella continuase adelante con sus planes. Ahora, en El pasado, vuelve a ser una mujer, Marie Brisson (Berenice Bejo) quien toma la iniciativa, primero buscando una relación con Samir (Tahar Rahim), un hombre casado con una mujer depresiva que queda sumida en un coma irreversible tras un fallido intento de suicidio; luego pidiendo a su esposo, Ahmad (Ali Mosaffa) que retorne a París desde Teherán para firmar los papeles del divorcio. Marie es una parisina de los suburbios, lo que en Francia se denomina "la banlieue"-, es una mujer ansiosa, grita a todos a su alrededor, es irreflexiva y no sabe dialogar, constantemente pide a Ahmad que hable con su hija mayor Lucie (Léa y Lucie no son hijas de Ahmad, son fruto de un matrimonio anterior) o con Fouad, el hijo de Samir, porque ella misma no consigue resolver sus propios problemas mediante el diálogo. Cuando va en auto al aeropuerto a buscar a Ahmad, coloca el cambio en reversa y choca inexplicablemente contra algo que no vemos. Este accidente no tiene otro sentido en la trama que el de mostrar la torpeza de la conductora. Es una mujer insegura de sí misma, inmadura, inestable emocionalmente. La imagen que Farhadi deja de la mujer francesa (y occidental, por extensión) es lamentable, un tipo de mujer a la cual nadie tomaría como modelo. En varias escenas los personajes se comunican por señas a través de un vidrio, evidenciando allí una barrera comunicacional acaso entre hombres y mujeres, o entre Oriente y Occidente. O tal vez una falta de comunicación en un sentido más general, más humano. Yo me inclino a pensar más en una barrera cultural entre las costumbres occidentales y orientales, porque aquí el más centrado y reflexivo de los personajes es Ahmad, el que vive en Irán, el que quiere que todos hagan las paces y poner orden en la vida de los demás. En otras palabras, Ahmad llega desde Oriente a poner orden en Occidente, pero no lo consigue o lo consigue a medias. La nueva pareja de Marie, Samir, también es iraní, la diferencia fundamental entre los dos hombres es que Samir está sobre adaptado al sistema occidental, y esto lo hace sufrir. Él se siente atrapado entre sus dos mujeres francesas: Céline, que está en coma pero aún reacciona a su perfume, lo cual muestra que el vínculo sigue vivo, y su mujer actual, Marie, que quedó embarazada de él antes aún de haber obtenido el divorcio de su matrimonio anterior. Samir no consigue cortar lazos con Céline, y además se insinúa en el film un sentimiento de culpa por el intento de suicidio, probablemente consecuencia de las sospechas que la mujer tenía del adulterio cometido por él y Marie. A mi modo de ver, El pasado no es sólo un problema humano, es una crítica al sistema de vida occidental. Habla del daño que produce en las personas un sistema de vida en el que la familia está cada vez más fragmentada, los matrimonios arruinados, los hijos conflictuados, el estrés por la supervivencia es constante y en la educación no existe el diálogo. El chivo expiatorio en esta historia es nuevamente (como en La Separación), una integrante de la clase trabajadora que, además aquí, es una inmigrante ilegal, Naïma (Sabrina Ouazani). Ella pierde el trabajo tras ser responsabilizada por la desgracia familiar por la que Samir atraviesa. A pesar de sus intentos de explicar lo sucedido, él prefiere hacer oídos sordos y usarla de víctima propiciatoria de toda una situación que finalmente no se termina de resolver. Asghar Farhadi muestra cómo la culpa va pasando de unos a otros hasta que el hilo se corta por lo más delgado, o sea por una inmigrante ilegal iraní que no ha cometido graves ofensas contra las leyes del Corán, y que además está en Francia en condiciones precarias, lo cual constituye también una crítica a Occidente desde un punto de vista más bien político y sociológico. Constantemente aparece en el filme algo de lección moral que incomoda. Que un director de cine iraní hable del sistema occidental, criticándolo, no resultaría tan extraño si al mismo tiempo uno hallara muestras de la situación de falta de libertad y de maltrato que sufren las mujeres en Irán, como sí aparecen en los filmes de Jafar Panahi, por ejemplo. En cambio uno se queda con la sensación de que Asghar Farhadi arma el guión pensando en cómo justificar al sistema imperante en Irán en contra de Occidente, porque él no habla en ningún momento de la situación de las mujeres en Irán, ni de su obligatoriedad de apegarse a las reglas morales musulmanas bajo amenaza de cárcel o incluso de ejecución. Sus planteos se centran en los conflictos de clase, en los que los pobres son victimizados; en los conflictos entre hombres y mujeres, en los que la mujer lleva la delantera en posiciones rígidas e irreflexivas, y hasta diría egoístas, por no pensar en las consecuencias que sus actos acarrean al prójimo; y también se centra en el cristal de incomunicación que separa a Oriente de Occidente, una fina pero infranqueable barrera intercultural. A mi modo de ver, el director Farhadi es un moralista. Por eso, cuando en una entrevista se le cuestionó este asunto, él respondió así: "Yo no me pongo en moralista, pero no puedo negar el hecho de que hay problemáticas morales en este filme. Existen también otros enfoques posibles. Se puede elegir el ángulo sociológico o psicológico. Pero es evidente que muchas situaciones pueden ser examinadas desde un punto de vista moral". (Asghar Farhadi) Veo en el filme bastante manipulación al espectador. La última escena con Céline en coma tomando de la mano a su esposo, para mostrar que ella en realidad está viva y consciente de todo lo que ocurre a su alrededor, y que el lazo entre ellos continúa a pesar de ser Samir en gran medida responsable de esa situación, por su decisión de cometer adulterio, es como mínimo un golpe de efecto moralista que yo, a pesar de sus numerosos premios en festivales internacionales, también encontré sobradamente en La separación. Adriana Schmorak Leijnse |
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