Corría 1969 y los hippies triunfaban con su aspecto desarrapado y alucinado, se celebró el famoso concierto de Woodstock, con Janis Joplin o Jimmy Hendrix, que luego caerían fulminados por la droga. Triunfaba el LSD y el mundo de Hollywood celebraba una generación de actores prodigiosa como Steve McQueen, Paul Newman, George Peppard, Robert Redford y otros muchos, fue entonces cuando surgió una bella texana, Sharon Tate, que primero fue modelo y luego actriz. Conoció a Roman Polanski, ya famoso director, se enamoraron y la incluyó en El baile de los vampiros, Sharon estuvo sensacional y demostró que era buena actriz, además de tener un físico muy agraciado. Se casaron en Londres en enero de 1968, año del estreno de la famosa La semilla del diablo donde Mia Farrow veía cómo su bebé era fruto del diablo, una película claustrofóbica y genial que dirigió Polanski con excelentes secundarios como Ruth Gordon. Sharon también intervino en otras películas: No hagan olas o El valle de las muñecas, tenía ese rostro angelical que contrastaba con los monstruosos discípulos de Charles Manson, un delincuente que reclutaba mujeres jóvenes para crear una secta, formada por chicas que habían torcido su camino o chicos que también habían bordeado la delincuencia, se asentaron en el rancho Spam, donde antiguamente se rodaban películas del Oeste y malvivían con atracos, ocupando casas, etc. Manson quería ser famoso y conoció a Dennis Wilson, de los Beach Boys, quien le prometió que le presentaría a Terry Melcher, productor musical, hijo de Doris Day y pareja de la guapa actriz Candice Bergen. Melcher vivía alquilado en la casa 10050 de Cielo Drive en Beverly Hills, lugar estupendo donde vivían también muchas estrellas de Hollywood. Melcher rechazó a Manson y el disco que este traía, se mudó también de la casa que había hecho construir la actriz Michelle Morgan en los años cuarenta. La alquiló a Roman Polanski y a su mujer Sharon Tate. Manson fue a la casa para buscar a Melcher pero ya no estaba, Sharon que estaba siempre sola, porque Polanski rodaba en Europa, estaba con Jay Sebring, antiguo novio y peluquero de estrellas, estos le dijeron a Manson que Melcher no vivía allí. En agosto de 1969 Polanski estaba preparando una nueva película, mientras Sharon, embaraza de ocho meses y medio estaba en la casa con su amiga Abigail Folger, su novio, un amigo de Polanski y su antiguo amor, Sebring, que la visitaba con frecuencia. El 9 de agosto, Sharon fue asesinada brutalmente junto a los ya citados por la banda de Manson, entre los que se encontraba Tex Watson, un asesino sin escrúpulos que asesinaría también al matrimonio Labianca al día siguiente, iba con tres mujeres, una de ellas, Linda Casabian no participó en la matanza. La belleza de Sharon Tate, quien suplicó a los asesinos por su vida y la de su hijo, se eclipsó aquella noche de agosto, hace cincuenta años. Varios libros, una reciente biografía de Ed Sanders y la película de Quentin Tarantino, recuerdan aquel horror. Tarantino dando un giro total a la historia. Retratan a Tate, en los libros aparecidos, como una bella mujer que tuvo que adaptarse a los caprichos de Polanski, sus hábitos sexuales y demás leyendas. En la película de Tarantino no se reflejaba nada de ello, porque se centra en otros personajes. Tate tenía una carrera brillante, había demostrado ser buena actriz, había protagonizado ya seis películas, era un ángel que fue brutalmente asesinado por gente drogada y sin escrúpulos, al parecer Manson quería vengarse de Melcher, aunque sabía que ya no vivía allí, matando a la gente que ocupaba la casa. Polanski ha confesado en unas memorias que aún duele recordar, que nunca ha vuelto a ver un atardecer sin acordarse de Sharon, de su belleza y de su inocencia. El controvertido director, acusado luego de violación de una menor, a finales de los setenta, amó a Sharon, pese a las maledicencias de Sanders en su libro, donde le acusa de infiel y de no querer tener el niño, el rostro de Polanski en el funeral de Sharon es el de un hombre roto por el dolor y la tragedia. Terminaron los años sesenta y la secta fue detenida y condenada a pena de muerte, el efecto de las drogas y el desprecio por la vida de los demás fue el origen de esas tragedias que sacudieron Hollywood al acabar la década. Tarantino ha hecho con su película un homenaje al cine de esa época, a las series de televisión y mira con desprecio a la secta, como muestra el momento en que Brad Pitt, estupendo en su papel, va al rancho Spam. Aún parece que veo el rostro de la bella texana brillar de la mano de Polanski como si volviese y aquello no hubiese sucedido. En sus películas queda algo más que una belleza, una mujer que fue una promesa rota, un sueño no cumplido.
Pedro García Cueto
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