El cine reciente ha traído un grupo importante de películas, tanto nacionales como provenientes de la cinematografía mundial, en sintonía con la actualidad, invitando al público a reflexionar en el nuevo año. Las pugnas por el poder desde la mujer en "Mary Queen of Scots" y "The Favourite", el lado oscuro del estrellato en "Maria by Callas" y "Bohemian Rhapsody", las deficiencias del sistema social y político en "Shoplifters" y "BlacKkKlansman", las diferencias de clase y la solidaridad femenina en "Roma" y "Las herederas", son algunos de los temas que los films abordaron a fin de mostrar una vez más el poder del séptimo arte para tomarle el pulso a la contemporaneidad. En este sentido, "Mary Queen of Scots", exploró las rivalidades entre María Estuardo e Isabel de Inglaterra, contraponiendo y descontextualizando las figuras históricas para encontrarlas en un contexto ajeno, pero no por ello menos efectivo a la hora de exponer la manipulación, por parte de lo masculino, de la mujer aún en posiciones de poder. Dirigida por Josie Rourke, a partir de la biografía de John Guy "Queen of Scots: The True Life of Mary Stuart", la película recreó los humores y amores de ambas soberanas humanizándolas; con lo cual la precisión de los eventos reales, como el encuentro entre ambas reinas, quedó supeditada al verismo dramático, tal cual otros creadores como Friedrich Schiller y Gaetano Donizetti llevaron a cabo en la obra teatral "Mary Stuart" y la ópera "Maria Stuarda", respectivamente. De hecho fueron las intrigas de los esposos de María, Lord Darnley y James Hepburn, y del consejero de Isabel, William Cecil, lo que precipitó la caída de la reina escocesa y su ejecución, autorizada, aunque reluctantemente, por su propia prima quien, según cartas recientemente descubiertas, consideraba más importantes los lazos de sangre que la amenaza a la corona del catolicismo de esta. Algo que el film acentúa intensificando la carga erótica y emocional de ambas heroínas mediante el uso del close-up y una iluminación donde se contrapusieron los colores cálidos y fríos, en las escenas rodadas en torno a su intimidad, para crear una zona de roces y contrastes de gran impacto visual y sensorial. Saoirse Ronan y Margot Robbie, como Mary y Elizabeth, respectivamente, realizaron un penetrante tour de force, que atrapó la atención del espectador e instauró un espacio de exploración de lo femenino, sensiblemente volcado sobre la pantalla, al tiempo que las grandes panorámicas del agreste paisaje puntearon el estallido de las pasiones de las protagonistas, pero sin llevarlo al exceso, mediante una acertada dirección dable de balancear lo público y lo privado, desdramatizándolo. De manera similar, "The Favourite", dirigida por Yorgos Lanthimos, hizo uso de un fino sentido del humor para abordar las componendas, los celos, las traiciones y avideces de la reina Anne (Olivia Colman) y sus favoritas, Sarah Churchill (Rachel Weisz) y Abigail Hill (Emma Stone). La última soberana de los Estuardo, quienes accedieron al trono con el hijo de María Estuardo, quedó representada en el film como una mujer de grandes apetitos, presta a otorgar o quitar favores con la misma rapidez con que sus favoritas cayeron en desgracia. Sarah primero y Abigail después, perderán las prebendas y privilegios obtenidos por su cercanía al trono, lo cual también repercutirá negativamente en la soberana, quien acabará sus días sola y abandonada, por quienes una vez tan cerca estuvieron de ella, pese a haber logrado la unión de Inglaterra y Escocia en el reino de la Gran Bretaña. La película de Lanthimos no se detendrá, sin embargo, en las disputas entre Tories y Whigs, clave durante el gobierno de Anne, sino centrará más bien las relaciones entre esta y sus favoritas llevándolas hasta el lecho real, de lo cual no existe evidencia escrita. Pero como en "Mary Queen of Scots", el director incurrirá en otra licencia histórica fundamental, no obstante, para el desarrollo de la diégesis. De hecho, la ajustada actuación de las protagonistas oblitera, como en el film de Rourke, la importancia de los personajes masculinos, mucho más prescindibles aquí, al ser ellas quienes controlen, manejen a impongan. Las maquinaciones de las protagonistas, sus escarceos amorosos y las venganzas personales anegaron el espacio fílmico, donde el recargamiento ornamental tuvo eco en la profusión de recursos esgrimidos por Sarah y Abigail para regir sobre la regente misma. Ello, con una ironía y un humor negro, que Lanthimos ya había desplegado en películas anteriores como "Alps" (2011) "The Lobster" (2015) y "The Killing of a Sacred Deer" (2017), a fin de traer hasta nuestra contemporaneidad los laberintos palaciegos y afectivos de la corte. En palabras del director: "Más que la época, lo que me atrajo a este proyecto fue la historia; el haber leído acerca de estas tres mujeres y de cómo se relacionaban entre ellas. Me interesó desarrollarlas de un modo diferente a como se había hecho anteriormente". "Maria by Callas", documental sobre la gran diva y figura icónica del pasado siglo, también aportó una nueva visión sobre la artista y la mujer, partiendo de material de archivo nunca revelado, sus entrevistas y la personal reinterpretación del mito por su guionista y director Tom Volf, en la voz de otra importante voz operística: Joyce DiDonato. La biografía de Callas se estructuró así en un iluminador film narrativo, especialmente para quienes no tuvieron oportunidad de disfrutar de sus actuaciones en vivo, dispersando a su vez fábulas y leyendas en torno a su persona. De hecho, si bien el éxito fue su pasaporte a la inmortalidad, hubiera dejado a un lado el canto para tener una familia. En sus palabras: "la gloria se le sube a la gente a la cabeza, pero no a mí: la gloria me aterroriza… Hubiera preferido tener una familia feliz y tener hijos. Habría dejado mi carrera con placer pero el destino, es el destino; no hay forma de escapar a él". El trabajo de collage propuesto por Wolf fue sumamente efectivo para reconstruir la persona pública y privada, de la cual emerge una heroína frágil e insegura, manipulada por la madre y el marido, y dejada a un lado por el único hombre a quien amó. Recluida en su apartamento en París, cuando ya su voz y su persona habían quedado eclipsadas, falleció prematuramente. "Callas Forever" (2002), film de Franco Zeffirelli interpretado por Fanny Ardant, abordó este último período. Y "Master Class" (1995) de Terrence McNally, llevó al teatro algunos episodios de su vida, durante unas ficticias clases magistrales a jóvenes promesas del bel canto. El documental de Wolf, sin embargo, se ciñó fundamentalmente al material existente, con lo cual es Callas misma quien cuenta su historia. Desde su nacimiento de padres griegos en Nueva York, pasando por sus años de esplendor como una de las sopranos más cotizadas, y la vorágine de viajes y encuentros que marcaron su carrera, sin intermediarios ni reinterpretaciones ficticias. Ello creó una cercanía con el espectador y diluyó la distancia puesta por la artista, especialmente en lo que a sus contactos con los medios de comunicación respecta. Unos medios proclives a asediarla, tal cual ocurrió con otras figuras trágicas como Marilyn Monroe y Diana de Gales. De manera similar, fama y tragedia envolvieron los días de otro ídolo de la actuación, igualmente fallecido prematuramente: Freddy Mercury, el cantante de Queen, la banda británica formada en 1970 durante los años de efervescencia de la música rock. Considerado como uno de los grandes cantantes del Pop, nació en Zanzíbar de padres hindúes y se crio en Middlesex. "Bohemian Raphsody", título de una de sus composiciones más famosas, reconstruye los años de su brillante carrera, así como los altibajos que la fama trajo a su vida personal. Al igual que Callas, Mercury contó con una voz privilegiada y singular por su amplio registro y expresividad, además de ser también un excelente actor, lo cual contribuyó a solidificar la gran presencia escénica de ambas figuras. En el caso de Mercury, quien en sus últimos años grabó con otra diva del bel canto, Montserrat Caballé, el álbum "Barcelona", a propósito de los Juegos Olímpicos de 1992, la música fue el centro de su existencia, además de darle sentido a una vida que podría haber seguido el camino de muchos inmigrantes, en pugna permanente con el racismo europeo. El arrastre de masas y el fervor de sus seguidores, haciendo cola una noche entera para conseguir entradas a uno de los conciertos del grupo, espejeó la exaltación producida por Maria Callas entre sus fans, igualmente apostados por horas a las puertas de los teatros donde actuaba, con objeto de tener acceso a uno de sus recitales o a las óperas donde siempre era la heroína. Este sentido de la heroicidad quedó igualmente plasmado en el film de Bryan Singer y Dexter Fletcher mediante un trabajo de cámara donde los grandes planos-secuencia de sus conciertos se contrapusieron a las escenas en que la pequeña historia del cantante era el asunto a tratar. Sus miedos, inseguridades, ambigüedades, ansiedades, y el forcejeo entre la cultura de sus mayores y la del país de adopción se desplegaron mediante un ágil trabajo de cámara. Rami Malek en el papel protagónico, logró hacerse con la piel del personaje, reviviendo el arduo y difícil camino hacia el estrellato de Mercury. "Quiero actuar para los marginados y segregados", le dice, en una escena, al manager que acaba de contratar al grupo, como una manera de recalcar el lugar de donde venía y con quienes se identificaba. Los conflictos entre el ser y el parecer enmarcados por un sistema que le niega a los individuos un lugar dentro de la sociedad, tuvo en "Shoplifters" su expresión más certera. Esta película dirigida por Hirokazu Kore-eda, ganadora de la Palma de Oro en Cannes, creó una sinfonía de personajes desclasados cayendo por las grietas de una sociedad demasiado hedonista y rica como para prestarles atención. El Japón de los grandes centros comerciales y económicos quedó cegado aquí por la vida pre-moderna de esta familia sin lazos consanguíneos pero con fuertes vínculos emocionales entre sus miembros. Incluso una niña rescatada por el patriarca de un hogar abusivo, y adoptada por todos sin mayores cuestionamientos, respondió a una melodía compuesta por sutilezas, pequeños gestos y mucho laissez faire que acabará disgregando al núcleo pero no sin antes lanzar la pregunta acerca de cuáles son los mecanismos más justos, los legales o los afables. Pequeños hurtos, pequeñas recompensas por servicios, no del todo reglamentarios, irán minando el abarrotado espacio de la vieja casa donde se desarrolla gran parte de la acción. Una casa enclavada entre bloques de edificios, como el último remanente de un pasado prácticamente desaparecido en el Tokio de la fijación tecnológica. Y en ello reside, justamente, parte del encanto de este film, similar a una fotografía desleída por el paso del tiempo, dentro de un microcosmos sin lugar no obstante en el nuevo orden de las cosas, y donde los juicios preconcebidos acerca de lo bueno y malo, lo justo e injusto no tienen cabida. Siguiendo la tónica de algunas películas anteriores como "Like Father, Like Son" (2013), "Our Little Sister" (2015) y "After the Storm" (2016), Kore-eda ideó un fresco de caracteres donde la sobrevivencia dependerá, como en "A Streetcar Named Desire (1951), de la amabilidad de los extraños y, al igual que el film de Elia Kazan sobre la obra de Tennessee Williams, cada personaje aporta su complejo bagaje a la cotidianeidad del conjunto, buscando inventar una vida posible para quienes de otra manera nunca encontrarían una voz ni una manera de articularla. De acuerdo con el director mismo: "Esta es una película de gente invisible. ¿Quién los vuelve invisibles? ¿Es la sociedad en general o cada uno de nosotros? Este es un tema que me interesa particularmente". Tales interrogantes pueden extrapolarse también a "BlacKkKlansman" de Spike Lee, quien volvió a poner el dedo en la llaga siempre abierta del racismo norteamericano. Al grito de "America first", el mantra populista del actual presidente, los integrantes del Ku Klux Klan en el Colorado Springs de los años setenta celebran otra de sus escaramuzas contra la población negra. John David Washington, como el primer policía de color en el área, se hará pasar telefónicamente por un individuo blanco racista para infiltrar a uno de los miembros de la fuerza policial de origen judío, en un guiño al antisemitismo del KKK, dentro de la organización supremacista y destapar así sus turbias actividades. Basada en el libro de Ron Stallworth "Black Klansman", la película se armó como una compleja y completa radiografía de las luchas de la población segregada para ser visibilizados y reconocidos como ciudadanos con todos los derechos, en el marco de los movimientos en pro de los derechos civiles de la época. Ello, desarrollado con la acidez y agudeza características del director, quien ha abordado ampliamente en su filmografía las tensiones entre ambos grupos en distintos momentos históricos, a fin de concluir que, pese a las batallas y sacrificios, todavía no existe una auténtica igualdad entre ellos. De hecho, los nuevos supremacismos y nacionalismos, azuzados además desde la Casa Blanca, están más vigentes que nunca. Un meticuloso trabajo de edición y una cámara presta a privilegiar los juegos de plano-contraplano contribuyeron a crear la tensión dramática, cónsona con el argumento, permitiendo armar o más bien reconstruir los contornos de un periodo lleno de interrogantes pero también de esperanza por un mejor futuro que, desafortunadamente, nunca llegó. Y con un país profundamente dividido hoy a lo largo de las líneas políticas, sociales, económicas e ideológicas, no pareciera vislumbrarse nada bueno para quienes no entran dentro del perfil considerado "racialmente aceptable" por la América profunda. Estos asuntos, igualmente tienen un papel predominante en Latinoamérica, aunque se habla más bien aquí de un "racismo benigno", es decir, el que compete a los grupos privilegiados, realizando un esfuerzo consciente por combatir su sentimiento de superioridad ante el indígena o el descendiente de esclavos africanos. Esta dinámica, vista por ejemplo en la relación entre la señora de la casa y la empleada doméstica, mueve la diégesis en "Roma" de Alfonso Cuarón. Como en el film de Spike Lee, los inicios de la década del setenta conforman el marco histórico de esta producción, meticulosamente recreados por una cinematografía haciendo un excelente uso de los claroscuros propios del blanco y negro, a fin de elaborar un amplio registro de situaciones, dentro de la estética del cinema noir, al interior de la casa donde Cleo (Yalitza Aparicio) mueve la cotidianeidad hogareña de una familia de clase media profesional. Lavando, limpiando, planchando, fregando y, sobre todo, cuidando Cleo se volverá imprescindible para los hijos del matrimonio, la abuela, y la dueña de casa especialmente cuando el marido la abandone por otra y deje de contribuir a la manutención del hogar. Aquí la mirada sobre lo femenino del cineasta se crece y, a la manera de los films de Pedro Almodóvar, serán las mujeres solas quienes articularán los discursos y controlarán el ritmo de la acción. Un ritmo pausado, donde el travelling y los planos picados sobre la ciudad de la infancia del director revivirán la Ciudad de México que fue, con sus cines y sus transeúntes fumando interminablemente mientras esperan el cambio de luz en los semáforos, navegan en grandes y aparatosos automóviles y hacen alarde de un machismo presto a seducir a Cleo, embarazarla y abandonarla, o pretenden acostarse con la señora de la casa cuando se enteran de que ahora ella está "disponible". Esta disponibilidad, pero desde y hacia la mujer misma, quedó finamente registrada en "Las herederas" de Marcelo Martinessi. Rodada en Asunción, la película se detiene en la relación entre Chela (Ana Brun) y Chiquita (Margarita Irún), dos mujeres de familias acomodadas quienes han vivido en pareja por 30 años. Al deteriorarse su situación económica empiezan a vender los objetos de valor y, cuando una de ellas es encarcelada por desfalco, la otra se ve en la necesidad de convertir su automóvil en un taxi para ganarse la vida. A partir de este guion Martinessi establecerá un poético y elocuente retrato de la sociedad paraguaya, enfatizando las diferencias de clase pero redimiendo al mismo tiempo a las protagonistas desde su posición, como pareja, en los márgenes del sistema. De hecho Chela conocerá a una mujer más joven con quien explorará una manera distinta de entender su sexualidad, al tiempo que los espacios de la casa devendrán lugares de tanteos y rejuvenecimiento de las ideas y los gestos cotidianos. Un compacto trabajo de cámara logró detallar los contenidos de las estancias buscando extraer de ellos las pequeñas historias compartidas por ambas, sus mayores y, por supuesto, las mujeres que trabajaron para la familia estableciéndose, como en "Roma", la dinámica de familiaridad con el servicio doméstico, imprescindible pero, simultáneamente, marcando dos mundos aparte. Tal cual Alfonso Cuarón comentó en una entrevista: "Existe, por ejemplo, un profundo racismo que separa a las clases dominantes de las más humildes, que están tristemente integradas por las etnias más marginales". Una afirmación fácilmente extrapolable al film de Martinessi donde, incluso Chela y Chiquita, al perder su estatus económico, dejarán de ser vistas con los mismos ojos por los miembros de su propia clase social. Muchos son los defectos y conflagraciones confrontados por las sociedades en la actualidad; de ahí la importancia de la tolerancia para construir un porvenir más justo. Una certeza que el cine mundial seguirá mostrando a fin de iluminar el destino de nuestros pueblos.
Alejandro Varderi
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