Tizza Covi y Rainer Frimmel nos hablan en el festival de cine de Austria Diagonale sobre "La Pivellina"
ras haber recibido una lluvia de premios entre los que se encuentran el Principado de Asturias de Gijón o el Premio de la Quincena de Realizadores de Cannes, La Pivellina ha recibido el mayor galardón en la duodécima edición del festival de cine austriaco Diagonale (Graz) que acaba de cerrar sus puertas. Justo antes de que fueran a recoger el premio, tuvimos la oportunidad de hablar con sus directores, Tizza Covi y Rainer Frimmel, y con Walter Saabel, uno de los protagonistas. La Pivellina narra con ayuda de actores amateurs la emotiva historia de una niña pequeña que es abandonada por su madre en un parque romano. La pequeña es recogida por Patti (Patrizia Gerardi), una artista circense y encuentra un nuevo hogar en el microcosmos de un campamento a las afueras de Roma. Es una película que habla de pérdida y solidaridad, de la necesidad de tener que madurar demasiado pronto, de abandono, pero también de humanidad, y nos permite lanzar una mirada tierna y sensible a una forma de convivencia inusual. Una película de ficción que se encuentra en la frontera del documental, una cualidad típica del cine austriaco con la que nos tropezamos constantemente en el festival de cine Diagonale, ya que como diría Tizza Covi: "Lo que nos regala la realidad no puede recrearse".
"La Pivellina" es vuestra primera película de ficción, pero para ella habéis elegido una forma muy cercana al documental. ¿Por qué? -Tizza Covi: Porque somos documentalistas en cuerpo y alma, es decir, lo que realmente nos interesa a la hora de hacer cine es el realismo y el elemento documental. En ese aspecto no hemos evolucionado. Ya con "Babooska" (2005) nos dimos cuenta de que empezábamos a tener ganas de dirigir la acción; ya en "Babooska" guiamos de alguna manera los acontecimientos: "ahora vamos a ese bar donde bailan porque se puede desarrollar algo", o "ahora podéis hablar sobre tal o cual tema", lo que no habíamos hecho en trabajos anteriores. Nos dimos cuenta de que nos divertía extraordinariamente trabajar con gente que no siente timidez, ni tiene problemas delante de la cámara, que aceptan abiertamente su cercanía, y así surgió la idea de hacer "La Pivellina", que conserva una forma muy documental, pero que cuenta una historia ficticia. Lo que nos regala la realidad no puede recrearse, pero llegamos a un punto en el que no nos hacía gracia no poder intervenir en lo que estaba pasando. Este camino, la mezcla de documental y película de ficción, se ha hecho muy presente en el cine austriaco de los últimos años, pero aparece también en el neorrealismo italiano, ¿con cuál os sentís identificados? -Tizza Covi: Yo me identifico sin duda, mucho más con el neorrealismo, que no solo me encanta, sino que también venero. También nos han influenciado considerablemente películas posteriores como "Mamma Roma" de Pasolini ya que, además, en el neorrealismo italiano los niños juegan un papel determinante, y para nosotros era importante poder trabajar con uno. Bueno, para mi la afinidad con el neorrealismo está clara. -Rainer Frimmel: Además en nuestro caso los actores son exclusivamente amateurs. En "La Pivellina", por ejemplo, no hay ni un sólo actor profesional, en cambio Ulrich Seidl, por citar a uno, los mezcla constantemente. Nuestra forma de trabajar quizás pueda explicarlo mejor: como nuestro equipo es minúsculo, compuesto solo por nosotros dos, somos mucho más flexibles a la hora de trabajar con los actores y de desarrollar la historia. Retratáis con muchísima ternura a las personas que aparecen en vuestras películas y el espectador tiene la sensación de que forma parte de su familia. ¿Cómo lograsteis encontrar a los niños Asia, Tairo y a todos los demás? -Rainer Frimmel: La primera vez que vimos a Patti y a Walter fue en 1997. -Tizza Covi: Rainer y yo nos conocimos en la Academia de Fotografía e hicimos nuestro primer trabajo fotográfico juntos sobre pequeños circos ambulantes en Austria e Italia. Fue durante ese viaje, en el que nos dedicamos a fotografiar en gran formato a mucha gente delante de una pantalla blanca, cuando conocimos a Patti, a su marido Walter, a Babooska y a mucha más gente que nos impresionó profundamente y con la que nunca hemos perdido el contacto. Personas por las que sentimos una fascinación absoluta. Nos atraían su vida y sus vivencias aunque aún no tuviéramos la idea específica de querer rodar una película sobre ellos. En nuestros trabajos es primordial que primero nos conozcamos bien para haber adquirido confianza antes de hacer algo juntos. Todos los proyectos surgen del interés extraordinario que sentimos por las personas con las que trabajamos. Se dice que trabajar con niños no es precisamente sencillo. ¿Realmente es tan difícil? -Tizza Covi: Con Asia (Asia Crippa) no pasamos las escenas antes ni nada por el estilo, lo que suponía un riesgo muy grande ya que nunca sabíamos si íbamos a conseguir algo o no. A una niña de dos años no le puedes dar órdenes porque simplemente no funciona. Pero nosotros estuvimos 6 semanas rodando en ese recinto día y noche. Así conseguimos ganarnos la confianza de Asia y que nos aceptara, con o sin cámara, como parte de su entorno. El hecho de ser sólo un pequeño equipo de dos personas y haber estado todo el tiempo en el campamento simplificó mucho las cosas. Pasé muchísimas horas con ella, necesité tres semanas antes de conseguir que la niña se durmiera en mis brazos y eso es una cosa que normalmente no consigue un director. Más tarde se atrevió a dormirse con Patti y ahora se ha acostumbrado de tal manera que se va a echar la siesta a su roulotte. Las dos viven en la vida real, también en el mismo campamento. Trabajando con amateurs, ¿cuánto de la película es improvisación o hasta qué punto se sigue un guión? -Tizza Covi: Los diálogos se improvisaron totalmente. Teníamos una sinopsis de 30 páginas con un principio y un final definidos y la parte central bastante concretada, aunque realmente el concepto era el siguiente: contamos ésta historia, tomamos a los personajes, los ponemos en un lugar determinado y esperamos con la cámara a ver lo que pasa. No queríamos dejar de ser documentalistas. Rodamos muchísimo material documental, escenas que prácticamente son mis preferidas, en las que Walter le enseña a Tairo (Tairo Caroli) a lanzar cuchillos, o en las que Tairo está con su padre o sus amigos, muchas situaciones cotidianas. Pero a la hora de cortar nos dimos cuenta de que teníamos que mantener la historia de la niña, sin permitirnos hacer muchas escapadas, para concretar, ya que el público espera que la narración avance. -Rainer Frimmel: Quizás habría que añadir que, a pesar de que los diálogos son improvisados, siempre les indicábamos una palabra o un tema en el que basarse. En todo momento había algo prefijado. -Walter Saabel: Siempre nos decían: la escena tiene este tema determinado, pero dejándonos la libertad de decir o hacer lo que realmente queríamos. -Tizza Covi: A mi es lo que me parece más lógico, ya que no le puedo decir a Walter qué tipo de expresiones tiene que utilizar cuando realiza escenas de su propia vida, como cuando viene la policía. Nosotros no contratamos a actores y les entregamos un papel para representar, sino que si necesitamos, por ejemplo, a un policía, pues les preguntamos si conocen a uno, y este viene y actúa tal cual. Porque para nosotros lo realmente interesante es el elemento real, somos observadores que dejamos que las cosas sigan su cauce. -Walter Saabel: Los dos policías que vienen a controlar los papeles son también policías en la vida real, se dedican a la protección de animales. Uno de ellos es un muy buen amigo mío al que conozco desde hace muchos años. -Rainer Frimmel: En nuestro trabajo nos tomamos la libertad de integrar y añadir escenas que aparecen espontáneamente. La escena de boxeo surgió porque el día anterior Tairo había tenido problemas en el colegio, y realmente quería aprender a boxear, así que aprovechamos y la rodamos. Esta historia está llena de improvisaciones. -Tizza Covi: A lo largo de las seis semanas que vivimos en el campamento tuvimos la oportunidad de ser testigos de muchas situaciones inesperadas que integramos en la película. Precisamente por ello consideramos tan importante tener una sinopsis abierta que se preste a incorporar lo que aparece. ¿Cómo definiríais lo esencial en vuestras películas? -Tizza Covi: La humanidad es definitivamente lo esencial en ellas. Queremos devolver a las personas una parte de la dignidad y el respeto que en Italia les está siendo arrebatado por los artículos de algunos periodistas. ¿Y en ésta en concreto? -Tizza Covi: En esta película queríamos hablar simplemente de la infancia reflejada desde distintas facetas. La infancia de Tairo nos interesaba muchísimo. Quizás habría que enfatizar que, para un actor, traspasar los límites entre ficción y realidad puede resultar muy duro. La escena en la que se cuenta que Tairo quería suicidarse a los tres años es verdadera, es su historia, porque, de alguna manera, sus padres también le abandonaron. Queríamos rodar esa escena, le preguntamos y aceptó. Pero un día en el que estaba sintiendo lástima por la Asia de ficción, Patti le dijo: "¿Pobre criatura?, pobre de ti, porque tus padres hicieron exactamente lo mismo contigo. Te dejaron solo de un día para otro y se fueron". Esto le afectó tanto que ya no quería interpretarla. Pero al final del rodaje nos dijo que estaba preparado, hicimos la escena y funcionó maravillosamente. Lo comento sólo por incidir en la dificultad que entraña desvelar tanto de tu propia historia. Y para Tairo eso era a menudo muy difícil, y lo es también para Walter ahora con la nueva película, ya que tiene que enfrentarse a su pasado. Creo que es tan difícil porque pierdes los límites entre realidad y ficción. Walter, ¿cómo se sintió la primera vez que vio la película? -Walter Saabel: La primera vez fue en la proyección de Cannes, conforme iba avanzando la película, me iba hundiendo en la butaca. Pero cuanto más la veo, más me gusta. Es una película bonita. Y cuando en Cannes escuché que hablaban de mi mujer como la nueva Anna Magnani… no puedo negar mi orgullo. Pero es difícil verse a uno mismo. Poca gente se mira al espejo y dice: ¡qué guapo soy! -Tizza Covi: Lo excepcional de nuestros protagonistas es que no fingen delante de la cámara, y eso es difícil de encontrar ya que tendemos a transformarnos cuando hay una cámara. Hablamos de forma más culta, nos comportamos de otra manera. Eso es lo habitual, con ellos es diferente. Patti no tiene ningún problema en ser natural siempre, no importa si no está maquillada, o está dormida. Tiene el valor de ser como es. ¿Cuál es vuestro próximo proyecto?, ¿un paso más en dirección al cine de ficción convencional? -Tizza Covi: Trabajamos en un proyecto que se va a convertir de nuevo en una película de ficción con muchos elementos documentales. No queríamos aumentar ni nuestro presupuesto, ni nuestro equipo. Lo único que ha cambiado es que ahora contamos con un técnico de sonido. -Rainer Frimmel: Y además hemos añadido a un actor profesional. Un actor de teatro bastante conocido que se interpreta, eso si, a él mismo. Eso nos da la oportunidad de obtener buenas escenas documentales también entre bastidores o en los ensayos. -Tizza Covi: Y en esta película Walter es nuestro protagonista. -Rainer Frimmel: Si, él es prácticamente el polo opuesto de nuestro actor. Walter representa la "vida real" en contraposición con la vida de una persona en el escenario. ¿Cuándo vamos a poder verla? -Tizza Covi: Hemos estado rodando todo febrero y marzo y después queremos tomárnoslo con calma. En "La Pivellina" fue todo muy estresante porque la queríamos tener terminada para Cannes y lo conseguimos, pero sin haber visto la copia antes del estreno. Como la copia era malísima, estuvimos unos meses hechos polvo. ¿Sabes?, después de haber trabajado tan duramente en un proyecto, esas cosas te desesperan. Y ese es el error que no queremos volver a repetir. Esta vez no vamos a hacer las cosas a prisa y corriendo, como se dice aquí en Austria.
Por Mónica Ibarz
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Tizza Covi y Rainer Frimmel
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