Título original: J’accuse Dirección: Roman Polanski Producción: Alain Goldman Guión: Robert Harris y Roman Polanski Fotografía: Pawel Edelman Elenco: Jean Dujardin, Louis Garrel, Vincent Grass, Emmanuelle Seigner, Mathieu Amalric, Vincent Pérez País y año: Francia/Italia, 2019 Duración: 132 minutos
Por Adriana Schmorak
El oficial y el espía (“J'accuse”, en el original francés) es una película histórica franco-italiana, de 2019, dirigida por Roman Polanski, co-guionada por el propio director y por el autor de la novela “An Officer and a Spy” (2013), el escritor y periodista inglés Robert Harris. “El oficial y el espía” se estrenó en el 76° Festival de Cine de Venecia, el 30 de agosto de 2019, donde obtuvo el Gran Premio del Jurado.
Sinopsis París a finales de 1894, el capitán de artillería Alfred Dreyfus (Louis Garrel), en ese momento, el único oficial judío miembro del Estado Mayor Francés, fue acusado de alta traición por vender secretos militares al enemigo imperio alemán. Dreyfus es condenado a prisión perpetua a ser cumplida en la prisión de Isla del Diablo, frente a las costas de la Guayana Francesa. El Coronel Georges Picquart (Jean Dujardin), una vez nombrado a cargo de la investigación, en 1895, va a descubrir poco a poco que las pruebas contra el capitán Dreyfus habían sido fabricadas. A partir de ese momento, se dedicará de lleno a identificar a los verdaderos culpables y rehabilitar a Alfred Dreyfus.
Resumen del Caso Dreyfus Este célebre caso tuvo como origen una sentencia judicial de neto corte antisemita, sobre un trasfondo de espionaje, en el que la víctima fue el capitán Alfred Dreyfus, de origen judío-alsaciano, y que, durante doce años, de 1894 a 1906, conmocionó a la sociedad francesa de la época. Este ingeniero politécnico fue acusado de haber entregado a los alemanes, documentos secretos sobre un nuevo tipo de cañón que los franceses estaban fabricando secretamente. Enjuiciado por un tribunal militar, fue hallado culpable de alta traición y condenado a prisión perpetua en la colonia Penal de Isla del Diablo, situada a 11 km de la costa de la Guayana Francesa. En ese momento tanto la opinión pública como la clase política francesa adoptaron una posición abiertamente en contra de Dreyfus. En marzo de 1896, el Coronel Picquart, jefe del servicio de contraespionaje, comprobó que el verdadero traidor había sido el mayor Ferdinand Walsin Esterhazi. El Estado Mayor se negó, sin embargo, a reconsiderar su decisión y obligó a Picquart a alejarse, destinándolo en misión al norte de África. La revelación del caso a la opinión pública, tuvo lugar a través de una carta que el escritor Émile Zola publicó en la tapa del diario L’Aurore, en 1898, bajo el título de “J’accuse”. La misiva, que estaba dirigida al entonces presidente de Francia, Félix Faure, detallaba uno a uno todos los errores, omisiones y falacias del largo juicio a Dreyfus. El documento era un ataque directo, explícito y nominal a todos los conspiradores, incluidos el ministro de Guerra y el Estado Mayor del Ejército, además de peritos calígrafos y otros funcionarios. La carta llevó a muchos intelectuales, que hasta ese momento estaban en duda sobre la inocencia de Dreyfus, a alistarse en la fila de sus defensores. Este movimiento a favor del capitán, que había sido organizado en un comienzo por su hermano mayor Mathieu Dreyfus, junto al escritor y periodista Bernard Lazare, Joseph Reinach, Auguste Scheurer-Kestner y Georges Clemenceau, pasó entonces a incorporar nuevos adeptos entre los artistas y escritores de la época, tales como Anatole France, Paul Bourget, Lucien Lévy-Bruhl, León Blum, Jean Jaurès, Émile Duclaux, Daniel Halévy, Fernand Gregh, Félix Fénéon, Marcel Proust, Lucien Herr, Georges Sorel, Claude Monet, Jules Renard, Émile Durkheim, Gabriel Monod, entre muchos otros, a los cuales la oposición denominó despectivamente con el apodo de “los intelectuales”. Después de varios juicios, apelaciones, sentencias y nuevas apelaciones, finalmente, en 1906, la inocencia del Capitán Dreyfus fue reconocida oficialmente por la Corte de Casación. Entonces se decidió la rehabilitación del militar degradado y su reintegración al ejército con el rango de comandante. Las consecuencias del Caso Dreyfus fueron de gran importancia para Francia, impactando en la política, en el ámbito militar, en lo social, jurídico, diplomático y cultural.
Análisis del filme Roman Polanski utiliza el mismo título del artículo de Emile Zola, por una cuestión de identificación con el escritor en tanto denunciante de las arbitrariedades del poder. Especialmente acusa a la sociedad francesa de ser manifiestamente antisemita y de haberse dejado manipular por un sector de la prensa. Para expresar dicha acusación, Polanski utiliza recursos del lenguaje cinematográfico. Aumenta el volumen del ruido de fondo tres veces, con el fin de colocar el griterío de la multitud en un primer plano sonoro. La multitud fanatizada abuchea y vocifera contra Dreyfus durante su degradación en la Escuela Militar de París. Aplaude cada uno de los fallos condenatorios y rechaza la orden de la corte de casación de revisar el caso. El tema principal de la película es el antisemitismo en todos los sectores de la sociedad francesa: en el sistema judicial, en el gobierno, en la prensa, en el ejército y en la sociedad en general. “El filme retrata muy bien esa Francia burguesa, católica y visceralmente antisemita, donde el ejército todo poderoso está en el centro de todo” dice Jean Dujardin, actor que encarna al Coronel Picquart. La prensa no queda al margen. Los diarios antisemitas, como “La Libre Parole” de Édouard Drumont, “L’Éclair”, “Le Petit Journal”, “La Patrie”, “L’Intransigeant”, “La Croix”, “le Pélerin”, hablan de una Liga Judía Internacional que pretende apropiarse del mundo. Estas publicaciones son publicadas y consumidas por grupos reaccionarios monárquicos y ultracatólicos que estigmatizaban como elementos antifranceses a judíos, izquierdistas y masones, presentándolos en connivencia con potencias extranjeras, en este caso, Alemania. La influencia de dichas publicaciones en el público francés fue enorme. Polanski muestra que dicha liga internacional era una infamia, una teoría conspirativa sin fundamento, por medio de la escena en la que el Coronel Picquart se reúne con el escritor Émile Zola, el redactor en jefe del diario L’Aurore, Georges Clemenceau y el hermano mayor de Alfred Dreyfuss, Mathieu. Sólo cuatro personas en toda Francia estaban dispuestas a defender la verdad por encima del preconcepto. Y ninguno de ellos parecía tener tanto poder como para formar una liga internacional o una sociedad secreta con las características descriptas en los periódicos. La carta de Zola prorrumpió con tal fuerza que dividió al país literalmente en dos: los dreyfusards (partidarios de Dreyfus) y los antidreyfusards (opositores a Dreyfus). Cabe mencionar que la célebre portada de l’Aurore tuvo un precedente importante, las publicaciones del periodista judeo-francés Bernard Lazar. En la primavera de 1894, Lazar había publicado “Antisemitismo, su historia y sus causas”, un estudio académico y crítico de los orígenes del antisemitismo. Esta publicación tuvo lugar unos meses después del arresto y detención de Alfred Dreyfus. A pedido de Mathieu Dreyfus, Bernard Lazare se dedicó casi exclusivamente a la tarea de demostrar la inocencia del oficial degradado. Publicó “El Caso Dreyfus: un error judicial” en Bruselas a principios de noviembre de 1896; Lazare desmantela en esa publicación la denuncia punto por punto y solicita su revisión. Ataca a los culpables, acusándolos uno por uno. Aunque la película no lo menciona, el texto sirvió de base para la misiva que llevaría a la posteridad a Émile Zola, dos años después. La otra secuencia que refleja crudamente el antisemitismo de la época, es la que corresponde a la quema, en un espacio público, de libros del autor de importantes obras como Nana (1880), Germinal (1885), La tierra (1887) y La Bestia Humana (1890), seguida por el quiebre de vidrieras de negocios pertenecientes a comerciantes judíos. Estos actos de vandalismo se llevaron a cabo en respuesta al artículo J’Accuse. En esas vidrieras quebradas, tal como lo muestra la película, la multitud enardecida estampó pintadas antisemitas. Este episodio verídico, ocurrido en París en 1898, forma un lazo invisible, por su notable semejanza, con la noche de los cristales rotos, el incidente que desencadenó la persecución sistemática contra los judíos en Alemania, en 1938, durante los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial. La noche de los cristales aparece en películas como “Europa, Europa” (1990) de Anieska Holland, “La Ladrona de Libros” (2013) de Brian Percival, La Lista de Schindler (1993) de Steven Spielberg. Y es imposible dejar de percibir una cierta proximidad, en cuanto a lo temático y a lo estético, entre “El oficial y el espía” y otra de las obras maestras del Polanski, “El Pianista” (2002), cuyo relato se sitúa en Polonia, en 1939, durante del ejército alemán. Cuarenta años separan ambos acontecimientos, sin embargo, el fondo de antisemitismo sigue siendo el mismo. El realizador polaco apela a la memoria colectiva y establece un vínculo simbólico, como queriendo señalar que el problema del antisemitismo viene desde mucho antes del Holocausto y concierne a toda Europa, no sólo a Alemania. Opinión que también sostenía Alain Resnais en su documental Noche y Niebla, de 1956. En “El Oficial y el Espía”, al igual que en la novela sobre la que cual se basa la película, el caso es relatado desde el punto de vista de Georges Picquart. El espectador acompaña la investigación junto a él, y es gracias a ello que se pudo filmar de manera subjetiva. Pero no es esa la única forma de subjetividad utilizada. El director enfoca uno a uno a cada inculpado leyendo los términos de su propia acusación, y en el audio se escucha la voz interior subjetiva del actor que lo interpreta. De esta forma queda claro que es la voz de la consciencia de cada uno de ellos la que habla. Igual de evidente es el conflicto interno de los personajes que supone optar entre la lealtad al ejército y la falsedad por razones de Estado frente a la rectitud que implica la búsqueda de justicia y verdad. El ejército, tal como lo muestra la película, está por encima de la verdad y la justicia, es intocable. Como manifiesta Jean Dujardin en una entrevista: “El Estado Mayor, una banda de cobardes con toda su rigidez aristocrática, la conciencia de su superioridad y su cinismo”. Su personaje, Georges Picquart, prefiere seguir su propio juicio personal, perseguir la verdad, en lugar de obedecer ciegamente al mandato militar. Supone un riesgo y una gran dosis de valentía enfrentar al “stablishment”. Este conflicto entre la ética personal y el deber de obediencia a una institución estatal, trasciende el tiempo y el espacio, convirtiéndose en una disyuntiva de índole universal. El objetivo de la película es el de alertar sobre una posible y peligrosa repetición de la historia. Y así lo testifican el actor principal, Jean Dujardin, y el director, Roman Polanski, al referirse a la película. “’El oficial y el espía’ es una película necesaria, especialmente en estos tiempos en los que la xenofobia y el populismo alzan la voz en ciertos países de Europa (...) Siempre es útil volver a visitar ciertas páginas oscuras de nuestra historia” (Jean Dujardin). “La historia es terriblemente actual, visto el recrudecimiento del antisemitismo (...) acusaciones falsas, procedimientos legales viciados, magistrados corruptos y especialmente, las redes sociales que condenan y ejecutan sin un juicio justo y sin apelación.” (Roman Polanski)
Referencia Bibliográfica.
Dossier de Presse de J’ Accuse en Unifrance.org Conspiración judeo-masónico-comunista-internacional, en Wikipedia Noche de los Cristales Rotos, en Wikipedia Caso Dreyfus, en Wikipedia
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Le conseil de guerre

El oficial y el espía

La cour de cassation
Agitation antisemite à Paris
J´accuse en L´aurore
La degradation de Alfred Dreyfus
Alfred Dreyfus en carcel
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