Día de lluvia en Nueva York |
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Estados Unidos, 2019
De nuevo, Woody Allen nos vuelve a sorprender con una película divertida e ingeniosa dentro de su extensísima filmografía. El director americano, uno de los más prolíficos y longevos del actual panorama cinematográfico mundial, consigue volver a rodar, a sus 84 años, un film muy entretenido, en su línea, y cuyos admiradores no van a resultar defraudados. Allen retorna a su tan querida Nueva York, en un guiño cinematográfico, para contarnos una historia de chico-chica con humor, ironía y mucho amor, giros, aventuras urbanas y complejidades y neurosis psicológicas. Sin llegar a los niveles de maestría de algunas de sus mejores obras como “Annie Hall” (1977) o “Manhattan” (1979), Allen vuelve a poner en liza a la ciudad de Nueva York, que se convierte en una de las protagonistas de la película, sin lugar a dudas. El reparto, donde figuran algunas de las estrellas del momento como el joven Timothée Chalamet y la pizpireta Elle Fanning interpretan respectivamente a Gatsby y a Ashleigh, dos jóvenes universitarios de clase alta, enamorados y deseosos de comerse el mundo, pero cada uno a su manera. Con la excusa de que Ashleigh, periodista en ciernes, tiene que acudir a Nueva York a entrevistar a uno de los directores más intelectuales y famosos del momento, la pareja decide pasar un fin de semana en la ciudad de los rascacielos, de donde es originario Gatsby. Pero, lo que se prometía como unas mini vacaciones románticas, se convierte en un laberinto de aventuras, de sorpresas que harán cambiar la vida de los dos y replantearse sus metas existenciales de manera distinta. Dos interpretaciones excelentes que llevan el peso de la película, en cuyo trabajo se ve muy bien la dirección de Allen, en la forma de actuar y de enfocar los personajes. Todo ello funciona, gracias, por supuesto, a unos diálogos tan frescos, ágiles, mordaces y divertidos, como a los que nos tiene acostumbrados el director. El guion es más que correcto, aunque quizás no sea tan original. Pero, siempre, busca sorprender al espectador y, en ningún momento, deja lugar al aburrimiento, aunque sintamos que estamos viendo un poco siempre el “mismo sello de la casa”. La fotografía del gran Vittorio Storaro, otro de los fieles del equipo de Woody Allen, que retrata Nueva York, sus edificios y sus parques con tanta belleza, y la banda sonora con ese jazz tan particular que nos envuelve en el cine de Allen, completan un trabajo donde la maestría del director vuelve a estar presente.
Estreno en España, el 11 de octubre 2019 Carmen Pineda |
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