"Basada en hechos reales" es la última película de Roman Polanski, uno de los directores más importantes, sólidos e inquietantes que ha dado el Séptimo arte. Polanski se ha basado en la novela homónima de la escritora francesa Delphine de Vigan, conocida en el país vecino por sus numerosos best-sellers como "Días sin hambre" o "Nada se opone a la noche", para realizar, de nuevo, un film, muy en su línea. Es decir, complejo, desestabilizador y profundamente psicológico, donde lo aparente se confunde con lo idealizado.
El director polaco ("La semilla del diablo", "Chinatown", "El pianista", "Un dios salvaje"…) naturalizado francés, es un maestro en crear escenarios desasosegantes, donde el espectador no puede situarse fácilmente en una cómoda actitud, sino todo lo contrario. Siendo un artífice, sin igual, de lo políticamente incorrecto, Roman Polanski ahonda en "Basada en hechos reales" en la ambigüedad, en la complejidad de las personalidades. ¿Somos uno? ¿Somos dos? ¿Quiénes somos? Preguntas que se van desgranando a lo largo de todo el metraje en una historia de desdoblamiento de personalidades y de reflexión sobre la creación artística, concretamente literaria.
"Basada en hechos reales" narra la historia, presentada, en apariencia como un thriller, de Delphine (Emmanuelle Seigner, mujer de Polanski y su musa inconfundible desde hace décadas). Delphine es una sensible y atormentada novelista de éxito, paralizada ante la idea de tener que comenzar a escribir una nueva novela. Su vacío creativo se rompe cuando conoce, por casualidad, a Elle (Eva Green), una joven atractiva, inteligente,sensible y también, un tanto misteriosa. Elle comprende a Delphine mejor que nadie, y pronto se convierte en su confidente. Delphine confía en Elle y le abre las puertas de su vida. Pero ¿quién es Elle en realidad? ¿Qué pretende? ¿Ha venido para darle un nuevo impulso a la vida de Delphine o para arrebatársela? Lo que en un principio es una estrecha amistad, salvadora y fructífera creativamente para Delphine, se va convirtiendo en una relación asfixiante, que roza el acoso y la manipulación.
Bastante fiel a la obra original de Delphine de Vigan, la película se centra más, sin embargo, en los dos personajes fundamentales: Delphine y Elle, pasando, los demás a ser unas comparsas del entramado narrativo. Si ya en la novela, el ambiente de tensión está muy subrayado, en el film, Polanski le aporta, además, su "master touch" creando un microcosmos casi aterrador, un "huis-clos" de lugares opresivos y cerrados, una confusión de identidades, que no se queda en el simple thriller trillado sino que profundiza en los más recóndito y pervertidos rincones del ser humano.
Una gran película, que a pesar de algunos altibajos, mantiene la atención del espectador y hace reflexionar sobre quiénes somos de verdad y hasta qué punto podemos llegar a manipular a los demás o quizás, incluso, a ¿nosotros mismos?
Carmen Pineda
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