El mundo del documental es, dentro del cine, uno de los más vivos, interesantes y creativos. Gracias a su formato más libre que el de la ficción, las películas documentales aportan aire nuevo, vientos renovados que nos hacen recordar que el cine es por antonomasia algo vivo y no estático como, a veces, nos hace pensar cierto tipo de cine comercial, insustancial y tremendamente conservador. "Un sábado por la mañana" dirigido por el director francés Nicolas Simon es buena muestra de esta inquietud cinematográfica que nos hace amar el cine. Y, en concreto, el documental, como referente de la realidad aparentemente más trivial pero que, paradójicamente, contiene una gran filosofía de vida. En esta película, la cámara de Simon recoge de una manera escrutadora el devenir de una mañana en una peluquería de caballeros del barrio de Chueca de Madrid, uno de los más castizos, personales y populares de la ciudad. Las imágenes se centran en su protagonista, Toni, un peluquero simpático, ingenioso y divertido, que va atendiendo a los clientes de su peluquería. La cámara nos devuelve la imagen de Toni a través de un cristal como reflejo de esa vida cotidiana, a veces tan simple como cortarse el pelo pero plagada de esa humanidad de las pequeñas conversaciones, de las risas, de los comentarios banales que configuran el paso de los días. "Un sábado por la mañana" se ve con atención porque nos convierte en espectadores de ese tiempo que pasa serenamente. Las anécdotas que cuenta Toni o las conversaciones con sus clientes llenan su peluquería, donde el sábado trascurre plácidamente. Asistimos, un poco un plan "voyeur" a las risas de Toni, a sus comentarios sobre la actualidad, sobre las dificultades de la vida o contemplamos cómo se arranca cantando baladas románticas como "Hoy tengo ganas de ti" de Miguel Gallardo, mientras se arregla el pelo. Pequeños gestos, minutos que se van, que Nicolas Simon consigue retratar como el tiempo que está ante nosotros y que se esfuma. En definitiva, la vida retratada a través de una cámara de cine, contando simplemente lo que ésta ve, sin alterar en nada esa realidad. El director Nicolas Simon, gran conocedor, estudioso y admirador de la obra del director franco-español, Ado Arrietta, uno de los cineastas más vanguardistas, independientes y personales del cine europeo, retoma el concepto del cine artesanal y libre, donde la creación cinematográfica fluye por sí misma. Es el caso de "Un sábado por la mañana", una obra interesante por su sencillez, su profundidad dentro de la cotidianeidad de un día cualquiera y la humanidad que destila. Cine en estado puro, ideal para los amantes del género documental más innovador.
Carmen Pineda
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