Últimamente el cine británico parece querer revivir su historia reciente, concretamente el período de la Segunda Guerra Mundial con títulos de gran calidad como "Su mejor historia", "Dunkerque" o "Noche real", por solo citar algunos. "Churchill" se encuentra dentro de esta dinámica histórica por recordar, ahondar en los hechos y personajes que protagonizaron unos años, claves para el devenir de Europa en general y del Reino Unido en particular. El film dirigido por Jonathan Teplitzky ("Un largo viaje") retrata la figura del Primer Ministro británico, Winston Churchill, durante junio de 1944, cuando los aliados, encabezados por los americanos planeaban el desembarco de Normandía. La operación Overlord, como se la denominó, consistía en enviar miles de soldados británicos a las costas francesas para liberarlas del yugo nazi, cosa a la que se oponía Churchill, convencido de que sería una carnicería donde morirían muchísimos jóvenes. Las luchas y divergencias de opiniones entre el alto mando aliado americano y la visión del Primer Ministro son el eje de la película. De esta manera, Teplitzky aprovecha este conflicto para intentar profundizar y diseccionar la psicología del gran líder, acorralado por todos ya que nadie compartía su visión de no realizar el desembarco. En este punto, el film adquiere su verdadera dimensión. Vemos aparecer un Winston Churchill, atormentado por su pasado, por aquel recuerdo de la sangrienta batalla de Gallipoli en 1915, durante la Primera Guerra Mundial, error que no quiere ver repetirse de nuevo con la operación Overlord, demasiado arriesgada a su entender. Sus tensiones con los colaboradores, su a veces difícil relación con su mujer, gran apoyo para él sin embargo, sus depresiones, sus fobias…En definitiva, un fuerte temperamento, sanguíneo, a menudo difícil pero a la vez dotado de una gran inteligencia, sutileza política y personalidad. No en vano, como se cita al final del film, Churchill, con sus luces y sus sombras es la figura de todos los tiempos más apreciada por los británicos. No se le podía negar que, a pesar de sus errores o cierta prepotencia, siempre intentó defender al pueblo británico, además de luchar por un mundo libre frente a la amenaza nazi. La película está muy bien rodada, con bellas imágenes que buscan, a veces, un cierto esteticismo, y grandes primeros planos de las expresiones de Churchill, magníficamente encarnado por el actor Brian Cox, que da la réplica a la soberbia actriz Miranda Richardson, en el papel de su aguerrida mujer. Como trabas a la película, podríamos citar dos elementos que enturbian la corrección y el interés que, sin lugar a dudas, la historia posee. Por un lado, un guion que es un poco repetitivo en el mensaje que el film pretende transmitir sobre las inquietudes de Churchill. Demasiados diálogos que se parecen entre sí y que se hubieran podido sintetizar con lo que hubieran ganado fuerza. Por otro, una música omnipresente que en lugar de realzar los sentimientos con medida, "comen" literalmente las palabras y la imagen.
Carmen Pineda
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