SHOT! The Psycho-Spiritual Mantra Of Rock

Estados Unidos, Reino Unido, 2016
Dirección: Barnaby Clay
Duración: 97 minutos
Género: Documental

Nota Cinecritic
Buena

Crear una estrella es básicamente crear una imagen de una estrella. Mick Rock, el fotógrafo protagonista del documental de Barnaby Clay, lo entendió perfectamente; y se dedicó durante décadas a inmortalizar a algunas de las más célebres estrellas del rock, a quienes supo dotar de una imagen única. El artista, nacido en Londres en 1948, pasó primero por la Universidad de Cambridge, donde estudió Lenguas Modernas, para luego incursionar definitivamente en la fotografía. Sus inicios fueron azarosos y un tanto caóticos: comenzó tomando fotos casi como un juego, bajo los efectos del LSD. Su amistad con Syd Barrett y una serie de retratos que le hizo al músico fueron el pasaporte a la fotografía de figuras del rock, que rápidamente se multiplicarían. David Bowie, Iggy Pop y Lou Reed fueron algunas de las celebridades que entonces posaron para su lente, a los que se sumaron bandas como Queen y los Ramones. El consumo sistemático de drogas y la práctica frecuente de yoga fueron sus principales fuentes de inspiración, y fueron marcando el pulso de sus creaciones.
En ese universo de creatividad, euforia y excesos se sumergió Barnaby Clay con SHOT! The Psycho-Spiritual Mantra Of Rock, proponiéndole al espectador una suerte de viaje a través de la vida y obra del fotógrafo. Al igual que el protagonista de su película, Clay conocía de cerca el universo de las bandas de rock cuando realizó el film, ya que se había desempeñado como director de video-clips musicales de bandas como Yeah Yeah Yeahs y Dave Gahan, además de trabajar en comerciales y cortometrajes.
En su documental sobre Mick Rock cruzó relatos en primera persona del propio Mick con imágenes de archivo, diversas fotografías que el artista fue tomando con el correr del tiempo y la dramatización de uno de los momentos más duros de su vida, cuando debió ser internado en un hospital y sometido a un cuádruple by-pass. Mientras que lo primero es sumamente interesante, la dramatización de la internación de Mick (interpretada por el propio fotógrafo) es lo que más desentona en el film, que entonces se detiene en los pormenores de la salud del artista, en su adicción a la cocaína y en los modos en los que fue resolviendo diversos problemas personales. Infinitamente más fascinante es, en cambio, conocer el proceso que derivó en la tapa de Transformer, el célebre disco de Lou Reed; o acceder a la historia de la portada del álbum de Queen Queen II, cuya foto se inspiró en una imagen de la diva cinematográfica Marlene Dietrich. Estos y algunos otros datos históricos son sin lugar a dudas el fuerte de la película, que consigue reunir una buena cantidad de información sobre los procesos creativos del universo del rock durante las décadas del setenta y ochenta. Desde el ascenso del glam rock en Londres hasta el desarrollo del punk neyorquino, todo está registrado por Clay de la mano de Mick Rock, en un film que es un tanto desparejo por momentos pero que no deja de ser valioso por la cantidad y calidad de los testimonios y documentos que reúne.

Soledad Pardo

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