Basada en la novela del escritor Julio Castedo, que ha firmado también el guion de la película, "El jugador de ajedrez" es una historia emotiva que tiene lugar en España y Francia, durante los años 30 y 40, en plenas contiendas bélicas europeas, concretamente, primero la Guerra Civil Española y posteriormente, la Segunda Guerra Mundial. Dirigida por Luis Oliveros, cineasta que ya realizó otra cinta de temática histórica, "El ángel de Budapest", en la que narraba la historia real de la heroica acción de un diplomático español, Angel Sanz Briz, salvador de 5000 judíos de las garras nazi, a los que consiguió sacar de Hungría para repatriarlos a España. Una figura tan gloriosa y digna de admiración como, en otro sentido, la de Diego Padilla, personaje principal de "El jugador de ajedrez". Diego Padilla, interpretado con soltura por el actor catalán Marc Clotet, es el anti héroe, por excelencia. Apolítico, centrado en su pasión del ajedrez, en el que es un fuera de serie y al que se rifan todos en la España de mediados de los años 30, el joven Diego dedica su vida únicamente a su trabajo y a su familia. Casado con Marianne (Melina Matthews), una bella y osada periodista francesa que vive en España, Diego es feliz y lo que menos quiere son problemas a pesar de la complicada situación política en la España de la época, que desembocará en la Guerra Civil. Su bondad, su pureza y por qué no, su ingenuidad, también frente a la crueldad del mundo, le harán caer en una trampa sin salida, al llegar a París con su mujer y su hija de cuatro años. Allí, víctima de una denuncia traidora, será encarcelado varios años por los nazis, instalados en la capital francesa que han ocupado, donde, sin embargo, salvará la vida gracias a su pericia con el ajedrez. Una vida truncada, en cierto modo, por la envidia, la maldad y finalmente, por el pragmatismo y la frialdad. Sin embargo, Diego conseguirá recuperar algo de todo ese desastre. La historia tiene tintes, a veces, un poco melodramáticos, en los que se incide demasiado en hacer conmover al espectador aunque, en general, emociona con bastante realismo. Muy bien rodada, bien contada y correctamente interpretada, la película de Luis Oliveros consigue entretenernos a lo largo de toda la narración, gracias, sobre todo, a la parte del film que se desarrolla en la prisión nazi, que es, sin lugar a dudas, la mejor de la cinta. Sin ser de una originalidad excesiva, sino más bien de una factura clásica y conservadora, "El jugador de ajedrez" merece verse por su profesionalidad, por la belleza de sus imágenes, por el interés de la época histórica presentada y sobre todo, por el retrato de Diego Padilla. Un personaje diferente, un alma pura, que, a pesar de la maldad de la guerra y las traiciones, no consigue corromperse, manteniendo su bondad hasta el final. En este sentido, la última escena del film, da mucho que pensar sobre la ética o la moral de las actitudes humanas, haciéndonos reflexionar sobre lo que debemos o no hacer en el juego de la vida, como si fuera un tablero de ajedrez.
Carmen Pineda
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