Philippe Lioret es uno de los directores franceses más interesantes del panorama actual. Con una filmografía que oscila entre el cine más comprometido socialmente, como es el caso de la estupenda "Welcome" (2009), aunque, eso sí, siempre con toques de emoción y sensibilidad, huyendo de lo puramente intelectual, y el más intimista y dramático, Lioret nos trae con "El hijo de Jean", su última película, una lección de buen hacer. Maestro de emociones y sensibilidad, Lioret es un guionista-director que siempre cuida con mucho esmero el libreto del film. Y esto, se plama en la medida y el equilibro de esta película, como no podía ser de otra manera. Lioret se ha inspirado libremente de la novela de Jean-Paul Dubois, "Si ce libre pouvait me rapprocher de toi" para crear esta bella historia de búsqueda personal. Narrada con una delicadeza y una mesura extraordinarias, la película nos lleva al tema de la búsqueda de la identidad, a las profundidades y complejidades de los secretos familiares y al amor paterno. Temas que son tratados con gran elegancia, teniendo la película, además, una especie de suspense "sentimental" que nos depara muchas sorpresas a lo largo del film, un poco como si Lioret destapara varias muñecas rusas enseñándonos misterios donde creíamos que ya no los había. La historia nos cuenta cómo Matthieu, un joven francés de 33 años, descubre, un día, por una llamada de un amigo de su padre, desde Canadá, que éste acaba de fallecer. Matthieu, al que su madre siempre le escondió la identidad de su padre, decide emprender un viaje a Montreal para reencontrarse con ese pasado paterno y recuperar a su familia. Sin embargo, allí descubrirá que la realidad es mucho más compleja de lo que él creía en un principio. La factura visual de la puesta en escena del film es bellísima. Rodada a medias entre París y Montreal, Lioret filma los parajes naturales de lagos y bosques canadienses como si fueran un personaje más de la película. En este sentido, el resto de personajes humanos, interpretados principalmente por el actor francés Pierre Deladonchamps ("El desconocido del lago") y el canadiense Gabriel Arcand ("Le démantèlement") están sobresalientes. No actúan sino que, simplemente, están ahí. Sus interpretaciones poseen un realismo sorprendente que va en la línea de la sinceridad y honestidad que tiene el film, sin manipulaciones ni sentimentalismos vanos. No solo estamos ante un drama familiar intimista y delicado, sino ante una reflexión sobre la vida, sobre lo que debemos elegir, sobre a quién debemos amar, sobre cómo debemos enfocar los problemas. Una cascada de sentimientos y reflexiones que Lioret con gran estilo cinematográfico nos muestra en una película donde los detalles son muy importantes para comprender la historia. Desde las miradas, los abrazos, los silencios…, todo contribuye a crear un ambiente de intimidad e identificación con los personajes. Una bellísima película que nos recuerda que el cine principalmente son emociones a través de las imágenes y en esto Philippe Lioret es un maestro.
Carmen Pineda
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