Olafur Eliasson en Versalles |
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Palacio de Versalles, Francia Del 7 de Junio al 30 de Octubre de 2016 |
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El artista danés-islandés Olafur Eliasson aborda el palacio y el jardín de Versalles como un campo de experiencias visuales y sensibles. Allí no sólo instala objetos sino que concibe dispositivos que atrapan al espectador en una relación activa. Todas las obras expuestas están pensadas y situadas respecto a los espacios que las contienen, y se subdividen en dos grandes conjuntos: las exteriores y las interiores. Las instalaciones exteriores forman un tríptico alrededor del tema del agua cuya presencia es bien conocida en los jardines clásicos franceses. La cascada erigida en el Grand Canal (Waterfall, 2016) toma su lugar en el eje mayor de la perspectiva, mientras que los jardines albergan dos obras: un velo circular de fina neblina (Fog Assembly, 2016) y una alfombra de morrena glacial traída directamente de Groenlandia (Glacial Rock Flour Garden, 2016). Estas tres obras están ligadas entre sí por su temática común, trazando un vínculo continuo que compromete los sentidos. Dentro del palacio, la mirada se vuelve el centro de la atención, en un juego sucesivo de espejos y de repetición de los reflejos al infinito. El decorado de los salones no se transforma sino que se amplifica a través de la multiplicación de los puntos de vista. El espectador descubre con sorpresa su imagen en situaciones inesperadas, los espacios se amplían, se transforman, revelan su misterio. El artista exalta la fluidez del entorno barroco que le permite reconstruir una otra realidad. Desplazamientos y desestabilizaciones modifican la aprehensión de los salones invitando a los visitantes a volverse activos partícipes de la realidad que los circunda. Penetrando los espacios de Versalles, el visitante toma por algunas horas el lugar otrora reservado al rey. Camina por sus salones y jardines, se ve reflejado en sus espejos. Olafur Eliasson aprovechó esos majestuosos espacios para re-significarlos a través de sus intervenciones futuristas. El agua, los espejos y los fenómenos atmosférico-astronómicos Olafur Eliasson ha creado, en los últimos 25 años, una obra escultural y fotográfica en la que las cuestiones de la percepción, el movimiento y la aprehensión de lo real por procedimientos ópticos, se confrontan a un acercamiento sensible y ecológico de la naturaleza. Como los personajes de la novela de Jules Verne "Viaje al centro de la Tierra" (1864), que atraviesan Islandia para penetrar en el corazón de un volcán, Olafur Eliasson atraviesa las grandes extensiones de tierra de sus antepasados, se adentra en sus grutas, da la vuelta entorno a las islas que la rodean, inventaría a su manera los glaciares, cascadas, géiseres, baños geotérmicos y otras fuentes de agua caliente. Profundamente marcado por este paisaje largamente preservado, formado de tierras volcánicas y glaciares ancestrales, ha tomado de allí la visión ecológica y militante de un artista inscrito dentro del universo con voluntad de participar personalmente de la preservación de la naturaleza. El agua juega un rol mayor en sus cuestionamientos contemporáneos. Es el ingrediente vital que falta a una parte importante de la humanidad, mientras que el hielo de los icebergs se derrite debido al recalentamiento global. Es por ello que Eliasson la ha designado desde hace mucho tiempo como uno de sus materiales privilegiados. La cascada del Grand Canal (Waterfall, 2016) es el elemento dominante de su intervención. Construida en líneas geométricas y en base a ilusiones ópticas, el agua juega allí un rol primordial. Este gigantesco muro de agua en constante y potente ebullición es ciertamente "minimalista" en comparación con la complejidad barroca de las cascadas del barroco francés. El artista no busca disimular el carácter artificial de su construcción, y deja visible la estructura metálica que la sostiene. Sus grandes dimensiones son evidentemente sentidas de forma diferente según la posición del visitante en el espacio del jardín, que la verá crecer a medida que se aproxime. La cascada transforma el paisaje, ya de por sí artificial, de los jardines. Se percibe como un elemento dislocado, que no combina con el diseño paisajístico de Le Nôtre. Se yergue allí donde uno podría imaginar un bosque montano de coníferas, una pequeña parte de Islandia con sus elevadas caídas de agua. La cascada de Eliasson no está pensada para armonizar con el entorno sino para trasladarnos intempestivamente hacia otras latitudes. En el bosquecillo pentagonal de l'Étoile, Olafur Eliasson concibió un ancho círculo de bruma. En esta obra titulada Fog Assembly (2016) la figura circular es a la vez tangible e inmaterial, como lo sería un haz de luz. No dibuja un contorno preciso, ya que el agua vaporizada, agitada por el viento, reacciona a los caprichos del clima. La circunferencia de bruma está en perpetua transformación, y el aspecto efímero que uno siente nunca permanece idéntico. En los bosques de la Colonnade, por el contrario, la organización espacial de Glacial Rock Flour Garden (2016) es más estática. El círculo central se ve recubierto de una alfombra de morrena glacial proveniente de los glaciares de Groenlandia. Esta materia mineral, obtenida de la fuente de los glaciares, se opone al estado líquido en perpetua transformación. Pero la morrena esconde su misterio, pues siendo muy fértil, ofrece a la vegetación un terreno propicio al crecimiento. Eliasson además eligió una zona de los jardines en cuyo centro se yergue el Rapto de Proserpina, una escultura que representa precisamente a la diosa de la fertilidad, la que colecta flores y revive al ritmo de las estaciones. En el interior del palacio predomina la afición del artista por los espejos, el desdoblamiento de las siluetas y los rostros y la representación plástica de fenómenos atmosféricos y astronómicos. El espejo es una superficie de significaciones múltiples, es un elemento ambivalente, puede representar tanto la verdad como la falsedad de las cosas, al igual que los sueños. Eliasson crea un universo de ilusión a través del juego de espejos, que además evoca la arquitectura barroca del palacio, en especial la Galerie des Glaces. El visitante se convierte en un explorador, lejos de ser un espectador pasivo, está en perpetuo movimiento. Los espejos multiplican su visión hacia una perspectiva infinita. En Deep mirror (yellow) (2016) insirió una lámpara mono-frecuencia de color amarillo que modifica la atmósfera luminosa. La luz brilla justo al lado del busto de Louis XIV, el rey Sol, y a su vez, este sol artificial se refleja en la superficie negra del espejo que está enfrentado, Deep mirror (black) (2016), remitiendo de algún modo a un eclipse solar en medio del cual el visitante queda atrapado. Eliasson combina magistralmente la representación de un fenómeno astronómico con un juego de reflejos especulares. Un efecto similar obtiene en Solar Compression, 2016. Los visitantes se ven reflejados en un espejo circular de doble superficie, que rota sobre sí mismo en un movimiento continuo, como un cuerpo celeste, emitiendo a la vez una luz amarilla desde sus bordes, produciendo un doble efecto de fenómeno astronómico-atmosférico y un juego de reflejos que invitan a participar al espectador. Una de las fachadas del palacio refleja su propia imagen, y la del observador, en el Salón de Hércules, en The Curious Museum, 2010. Adriana Schmorak Leijnse |
![]() Waterfall
![]() Fog Assembly
![]() The curious museum
![]() Deep mirror (Yellow)
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