BAFICI 11 - Fragmentos de un discurso cinematográfico
![]() 35 Rhums ![]() Yuri´s day
![]() Blind pig who wants to fly
![]() The pleasure of being robbed
![]() Dazzle
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El ecosistema BAFICI alberga muchas especies diferentes de animales (y plantas). Podríamos clasificarlos, describirlos, encasillarlos, disecarlos y conservar pinchado un ejemplar de cada uno con un alfiler. ¿Qué obtendríamos? Correcto: un museo.
Los animalitos que pululan en el BAFICI, grandes, pequeños, escurridizos, mutantes, deformes, deliciosos, se resisten a este tratamiento. Por eso prefiero dejarlos que se muevan, se retuerzan, vivan y evolucionen a su antojo, y extraigo algunas características que los distinguen, los cruzan, los hermanan, algunos rasgos que pude observar en su andar incesante. El BAFICI, el Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires, probablemente uno de los festivales internacionales más nutridos y variados en su catálogo, presentó en esta edición, la número 11, más de cuatrocientas películas. Mi muestrario -mi bestiario, podríamos decir- no es muy extenso, apenas 22 de todas ellas. De todas maneras, con esas poquitas películas, intento atrapar algo del perfume que dejaron estas alimañas a su paso. El juego es el siguiente: a partir del visionado intensivo al que uno se somete en esos 10 días, la memoria provoca sensaciones, fragmentos de imágenes, relaciones, vínculos, temas en común, y surgen objetos o palabras, que listaré arbitrariamente en relación a las películas vistas, comenzando... ¡ya! NIEVE En "Yuri's Day" (Kirill Serebrennikov, Rusia/Alemania), la omnipresencia de la nieve contrasta notablemente con la ausencia de Andrei. Todo es blanquísimo en "Yuri's Day". Al final se pone un poco obvia de tanta nieve, y el último tercio de la película se hace demasiado largo. En cambio, la copiosa nieve de "Un autre homme" (Lionel Baier, Suiza), no impide los amores clandestinos (y cinéfilos) de esta adorable película à la nouvelle vague. Buena parte de las escenas clave de la película suceden en funciones de prensa, haciéndola una película muy pertinente para ver en las idem del festival. En ella resuenan los ecos de Jules et Jim, aunque asombrosamente más pacata. Es que Truffaut era tan moderno... Y hablando de modernidades, otras nieves diferentes se ven en "La vie moderne" (Raymond Depardon, Francia), inviernos climáticos y personales, en las vidas de esos agricultores que se mantienen aferrados a lo único que siempre supieron hacer, a pesar del retroceso de la necesidad de sus explotaciones en el juego de las -nunca nombradas en la película- multinacionales. "La Neige au village", justamente, contiene nuestro objeto de estudio en su título, pero la nieve, la nieve de verdad, no aparece. Solo es nombrada. Ah, ganó el premio a mejor película en la sección Cine del Futuro, aunque muy muy muy de avanzada no es. AUTOS Un auto puede ser robado para venderlo, para usarlo, para escaparse, para suicidarse en él, pero es raro que se robe un auto solo para sentarse en él. Eso es exactamente lo que pasa en una escena de "The Pleasure of Being Robbed" (John Safdie, Estados Unidos). La chica que lo roba no sabe manejar. En realidad, ni siquiera lo robó, sino que se robó una cartera, en donde estaban las llaves del auto, y lo abrió jugando a algo así como el cofre de la felicidad móvil con un amigo que se encuentra por la calle. El amigo le ofrece enseñarle a manejar, y como quien no quiere la cosa, termina manejando por primera vez en la vertiginosa autopista New York-Boston. Todo en la película es así, como quien no quiere la cosa. Es una película chiquita, preciosa, con algunos baches, pero encantadora. Más nouvelle vague por aquí. En cambio, el auto de "Derrière moi" (Rafaël Ouellet, Canadá) es algo siniestro, sabemos que el viaje que lleva a la amiguita adolescente de la mujer citadina a un mundo adulto excitante y desconocido no tiene vuelta atrás. Eso mismo conspira contra la película, que termina siendo algo obvia, maniquea y un poco moralista. Autos hay a montones, es verdad, pero ninguno tan llamativo como el que abre la adorable "Nunca estuviste tan adorable" (Mausi Martínez, Argentina), en una escena típica de musical típico con un atípico Luis Luque cantando al volante, que mueve sin cesar, como debe ser en el mejor cine clásico en falsete. En "Gasolina" (Julio H. Cordón, Guatemala), como puede presumirse por su título, hay muchos autos, pero sobre todo uno, el que un trío de adolescentes quiere proveer de combustible para irse a la playa. Los autos pertenecen como nunca a los personajes, sobre todo los de los padres de los chicos, que actúan siempre a través de una ventanilla, y construyen tensión, como casi todo en esta película. Por momentos parece la uruguaya "25 watts", aunque bastante más amarga, y un auto es protagonista del climax, quizás innecesario, de la excelente película de Cordón. También hay autos en viaje en "Un autre homme", "Yuri's Day" y "35 Rhums" (Claire Denis, Francia), pero aparece en ellas algo aún más fuerte, la distancia. DISTANCIA En las películas suelen recorrerse grandes distancias. Pero, por supuesto, lo que importa no es la distancia en sí, sino lo que representa para los personajes. Hay muchas distancias que separan del origen, por ejemplo en "Yuri's Day" y en "35 Rhums" hay viajes para enseñar un origen a los hijos. Sí en ambas. Llamativamente, en "35 Rhums" se viaja de Francia a Alemania y en "Yuri's Day" de Alemania a Rusia. En "Kawase-san" (Christian Leighton, Chile), el interesante experimento metacinematográfico de Christian Leighton, el viaje es para buscar un origen espurio, un origen ficticio, de cine. Un origen que solo puede estar en las películas de la realizadora japonesa Naomi Kawase. También hay viajes que separan, como no, a fin de cuentas, la distancia separa. La película de animación "Sita sings the blues" (Nina Paley, Estados Unidos) tiene este tema como su núcleo central, en las historias paralelas de la saga india de Rama y Sita y la separación de Nina entre los Estados Unidos y la India moderna adonde va a trabajar su esposo. En "Treeless Mountain" el punto de vista de las nenas va construyendo la separación que sufren de su madre, y la habilidad de la directora está en hacernos tener las mismas ingenuas esperanzas que las nenitas hasta que nos damos cuenta, junto con ellas, que las cosas han cambiado definitivamente. La distancia entre la montaña y la ciudad hace que el protagonista de "Un autre homme" inicie una vida paralela, y provoca a su vez el distanciamiento de su apacible vida de pueblo con su mujer. Hay distancias que nunca se recorren, como en "Dazzle" (Cyrus Frisch, Holanda), donde el relato consiste en una conversación telefónica entre dos personajes a miles de kilómetros de distancia, que no se conocen (o quizás sí) y que se cuentan sus temores, secretos y (des)esperanzas más íntimas, con imágenes fugaces de los eventos que pasan, anodinos, debajo de una ventana, y largos minutos de pantalla en negro. Fuerte revelación sobre el final, no seré yo quien la cuente en esta crónica. Y, por supuesto, distancias que no unen ni separan, que son distancias porque sí, que son excusas. "The Pleasure of Being Robbed" y "Gasolina" exploran estas distancias inútiles o virtuales, con distintas intensidades y deseos, en "The Pleasure" amorales y en "Gasolina" inmorales, con lo que gana la primera en honestidad y pierde la segunda por sucumbir al mensaje. En "The Pleasure of Being Robbed" la distancia, el viaje, el robo, la flanerie, son un juego, van tejiendo una música visual, sin música sonando. MÚSICA "I just called to say I love you..." Cuando uno sale de la sala donde se ha proyectado "Blind Pig Who Wants to Fly" (Edwin, Indonesia), sale con esa canción -quizás la peor canción que escribió Stevie Wonder- en la cabeza, que vuelve una y otra vez, como vuelve una y otra vez en la película en las situaciones más inverosímiles. También sorprende "Sell Out!" (Joon Han Yeo, Malasia) cuando se convierte en un musical a los 18 minutos de película, y el que empieza a cantar es el secretario obsecuente del directivo de una multinacional. Sí, adivinaron, le canta una canción de amor a él, al directivo. Puede ser que les haga acordar a Monty Python, y hacen bien, porque esta comedia malaya es gozosamente pythoniana. Hablando de musicales, hay unas pocas canciones con coreografía en "Nunca estuviste tan adorable", pero el doblaje está algo fuera de sincronismo y el efecto se pierde un poco. Una lástima. Para terminar con los musicales, un caso extraño es "Sita sings the blues". Animación digital, representando figuras de la tradición india y cantando canciones de amor de los años 20 es un poco raro. De todas formas funciona, la película es divertida, entretenida y emocionante. "Mellodrama" (Dianna Dilworth, Estados Unidos) también logra entretener, pero el desafío es más difícil, porque no es un musical, sino un documental sobre el Mellotron y su antecesor, el Chamberlin, ambos curiosos instrumentos electrónicos que usaban cintas grabadas para reproducir las notas. Atención, una cinta grabada por cada tecla. Los abuelitos de los samplers, digamos. Y este es el tipo de instrumentos que usó Joe Meek para producir la canción "Telstar", que aparece en -justamente- "Telstar" (Nick Moran, Inglaterra). La película cuenta de una forma bastante clásica y con actuaciones excelentes la historia de este excéntrico productor musical que logró colocar en el número uno en ventas la primera canción inglesa en Estados Unidos, un año antes que The Beatles. Con el éxito vienen los problemas y alguien le inicia un juicio por plagio, retrasando hasta más allá de su muerte la posibilidad de cobrar por los derechos de la canción. Una verdadera injusticia. JUSTICIA De injusticia también se habla en "Hunger" (Steve McQueen, Inglaterra), que relata la huelga de hambre del nacionalista irlandés Bobby Sands, con múltiples puntos de vista, una fotografía cuidadísima propia de un artista plástico como McQueen y un excelente trabajo con las elipsis y el manejo de la información, sobre todo en el comienzo de la película. Temas relacionados con la justicia los hay por todas partes, pero ninguno mostrado de manera tan obvia y con más pretensiones de modernidad que los problemas raciales en Indonesia que se presentan en "Blind Pig Who Wants to Fly". Injusticia social, como no, en "La vie moderne", los ancianos agricultores van quedando en el tiempo y son retratados con delicadeza, después de un trabajo de años de establecer vínculos con ellos que hace el director Raymond Depardon. También en "Dazzle", aunque no se descubre hasta el final (perdón), y en la película de Raoul Ruiz "El realismo socialista", que en 1973 se atrevió a tratar con ironía y una cuota muy grande de crítica los problemas obreros de Chile y sus organizaciones de izquierda. Delitos comunes también los hay, de forma inocente y juguetona en "The Pleasure of Being Robbed", en la que es imposible no tener empatía con la bonita protagonista, de forma dramática e irresponsable en "Gasolina", de forma ambigua y con moralina en "Derrière moi", en la que aparece la ciudad como lugar de la perdición. CIUDAD Si vinieron leyendo hasta ahora, se habrán dado cuenta de que las ciudades están en muchas películas, New York (y Boston) en "The Pleasure of Being Robbed", posiblemente Quebec o Montreal en "Derriére moi", Laussane en "Un autre homme", París en "35 Rhums", Guatemala en "Gasolina", Cali en "Andrés Caicedo: unos pocos buenos amigos" (Luis Ospina, Colombia), pero sobre todo Aix-en-Provence en "La Neige au village", porque los personajes, que van persiguiéndose unos a otros, repitiendo situaciones desde distintos puntos de vista, van haciendo en sus derroteros un trazado de cierta zona de la ciudad. Algo pintoresquista, es casi un ejercicio de estilo. Aunque en varias películas aparece el tema del campo y la ciudad ("Derrière moi", "Un autre homme", "35 Rhums"), en ninguna como en "Treeles Mountain", donde el paso de las nenitas de Seúl al campo va haciéndose con la maduración del abandono y el encuentro de cierta tranquilidad en casa de sus abuelos. También hay campo sin ciuidad, notablemente en "La vie moderne" y arbitrariamente en "Doch" (Erwin Michelberge / Oleg Tcherny, Alemania), un documental que registra un grupo de personas con síndrome de Tourette, que los hace tener tics involuntarios y toma salidas al campo en años sucesivos, organizadas especialmente para este registro. La película termina siendo una especie de experimento psicológico algo fallido, aunque tiene algunos momentos de tensión bien logrados. El director manifestó que no es una película moral, pero a mí me pareció algo maniquea, de todas formas. Maneras de ver el cine. CINE En "Filmefobia" (Kiko Goifman, Brasil), se muestran a la vez la elaboración y los conflictos de otro documental (o de sí mismo) sobre las fobias. Aparecen entonces problemas morales sobre los límites del cine, sobre lo que puede o no puede filmarse, sobre la exposición de las personas a situaciones perturbadoras. Cine sobre el cine más polémico. Raoul Ruiz, en "El realismo socialista", cuestiona, como ya dijimos, las decisiones políticas de ciertos sectores de izquierda (recordemos que la película es de 1973), desde los límites mismos entre la ficción y el documental. Andrés Caicedo, el escritor colombiano retratado en "Andrés Caicedo: unos pocos buenos amigos", fundó un importante cineclub en Cali y siempre estuvo ligado de una u otra manera al cine. La amorosa película de su amigo Luis Ospina, tiene, sin embargo, demasiado texto, hablado y escrito, en un palimpsesto un poco agotador. Otros cines, otros ámbitos, en "Un autre homme", en la que el protagonista se mete a crítico de cine (ay, ay, ay), sin saber nada y plagiando a otros, aunque, como no podía ser de otra manera, el cine le cambia la vida, aunque no de la manera que podríamos esperar. A otro al que el cine le cambia la vida es al chileno Christian Leighton, especialmente el cine de Naomi Kawase, a quién busca hasta encontrarla, cinematográficamente y en persona, en "Kawase-san, una película japonesa". En este apartado sobre cine en el cine, dejé para el final "Sita sings the blues", porque no se trata particularmente de eso. Podría relacionarse vagamente con el concepto, por presentar sus historias en abismo, pero lo que quiero destacar en esta película es su modo de producción y distribución. Nina Paley usó materiales de dominio público y distribución libre, y dijo: "De la cultura del intercambio vino, a la cultura del intercambio vuelve", y puso su película en Internet para que cualquiera haga lo que quiera con ella, verla, copiarla, regalarla, remixarla, versionarla, traducirla. Y agrega: "Creo en ustedes, creo en la cultura, creo en la libertad". De más está decir que la película se copió y se vio infinidad de veces, gracias a esta generosidad. En estos tiempos de leyes restrictivas y persecuciones abusivas de infractores de la propiedad intelectual, es interesante ver iniciativas que cambian el modelo de producción de cultura estableciendo pautas donde todos ganan. Además la película es realmente hermosa. Chapeau, Nina Paley. Aquí termina el viaje, atravesando y tratando de domesticar a los animalitos. Si, ya sé. Hice trampa. Apenas. En el propio festival, en la amplísima sección Panorama, hay subsecciones por tema, aunque la visión que intenté dar es un poco más transversal. De hecho, no coinciden mis objetos catalogados con las secciones de Panorama, pero quizás la idea de los programadores tenga que ver con las mismas reglas que me impuse para hacer esta crónica. En todo caso, esta pequeña lista barthesiana no agota las posibilidades de descubrimiento, y, como vieron, pueden incluirse maravillosas películas o bodrios infumables. Hay que jugar con lo que hay. Y lo que hubo en este BAFICI 11, como en cada una de sus ediciones anteriores, fue mucho y variado. Una de las secciones de esta edición se llamó Cine del Futuro. Tengo la sensación de que podría extenderse esa denominación a buena parte del resto de las películas mostradas, quizás no pueda decirse que lo que se vió en el BAFICI sea EL cine del futuro, pero nos abre una hendija, nos deja espiar esa diversidad de especies inquietas que viven, se reproducen y evolucionan cerca de las fronteras de lo que casi deberíamos dejar de llamar cine para empezar a buscarle un nuevo nombre. Daniel Contarelli |
![]() La vie moderne
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![]() Telstar
![]() Derrière moi
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![]() Sell out
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Cinecritica del mes

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