Actrices británicas de los 60
Fue una época dorada del cine, cuando aquellas mujeres inundaron la pantalla, dejándonos un aroma a buen cine, a sensualidad latente en aquellas historias que aún conservan su aureola mágica. Sin duda alguna, me refiero a Julie Christie, Jacqueline Bisset, Susanah York y Sarah Miles, entre otras, actrices que dejaron sus rostros llenos de belleza por la pantalla, en películas de arte y ensayo que los cinéfilos devoramos en los ya lejanos ochenta, ya en reestreno, porque nos hablaban de un cine de diez o veinte años atrás. Me quedo con la Julie Christie de Doctor Zhivago, rodada en 1965, cuando Lara mira a Sharif y la pantalla cobra tintes de ensueño, porque nadie pude compararse a la mirada azulada de la actriz inglesa, nacida en 1941. Pero también dejó su rostro inolvidable en Darling, Lejos del mundanal ruido y tantas otras, actriz hermosa, que supo dejar su buen arte interpretativo en películas inglesas, antes de convertirse en los años setenta en una de las novias del inefable Warren Beatty. No hay que olvidar a la Sarah Miles de El sirviente, bella y perversa, en aquel juego macabro en la que participaba con Dirk Bogarde para enloquecer al amo, James Fox, la mirada aniñada de la actriz inglesa nos perturbaba profundamente, luego sería La hija de Ryan (1965), película en la que David Lean nos dejaba un retrato amargo de la sociedad irlandesa con ese monstruo del cine que fue Robert Mitchum. Y Susanah York, guapa como pocas, la hija de Tomas Moro, en la inolvidable Un hombre para la eternidad, la mujer que compartía las locuras y las desavenencias con ese otro monstruo del cine británico, Peter O´Toole en No todo el amor es hermoso. Una actriz que triunfaría en los setenta, mujer de belleza y de mirada azul, cuya aureola dejó en los ojos de Monty Clift en Freud, pasión secreta, de Huston, todo un halo de luz. Es difícil no percibir que Jacqueline Bisset iba a ser una gran actriz en los setenta, cuando hizo un papel secundario en la hermosa Dos en la carretera, de Stanley Donen, donde Albert Finney (magnífico actor) y la impagable y angelical Audrey Hepburn interpretaban a un matrimonio en crisis que intenta encontrar los hilos de dos corazones rotos por el tiempo y recuperar el amor. La actriz brillaría con luz propia en la estupenda La noche americana de Truffaut, en los primeros setenta, la Bisset tiene un rostro y una belleza difícilmente superable, donde también ha pervivido una notable calidad interpretativa. Todas ellas parece que vuelven en aquel cine de los sesenta que, fascinados de ellas y de la personalidad arrolladora de actores como O´Toole, Alan Bates, Dirk Bogarde, Tom Courtenay o Terence Stamp, entre otros, no podemos olvidar, porque hicieron las delicia de aquellas tardes cuando aún vivían los cines donde el silencio lo era todo, en las salas donde nadie comía palomitas ni hablaba, verdaderos templos del cine, donde fui creciendo y enamorándome de tan bellas mujeres, que no he podido olvidar. Ahora, al volver a ver en la tranquila pantalla de mi casa, esas películas sigo sintiendo la fascinación de entonces y un deseo irreprimible de ser todos esos actores que fueron sus amantes, los hombres de sus vidas. El cine, como siempre, más grande que la vida. Pedro García Cueto |
![]() Julie Christie
![]() Sarah Miles
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