La vida precoz y breve de Sabina Rivas
México, 2012 Dirección: Luis Mandoki Guión: Diana Cardozo, basado en la novela "La Mara" del escritor Rafael Ramírez Heredia. Reparto: Joaquín Cosío, Greisy Mena, Fernando Moreno, Angelina Peláez, Beto Benites, Mario Zaragoza Duración: 115 minutos Nota Cinecritic ![]() |
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Mostrando la miseria más deplorable de la frontera centroamericana; la vida precoz y breve de Sabina Rivas nos muestra la podredumbre de la vida al borde de dos países. En una sociedad donde solo importa el dinero y las relaciones, la existencia de las personas pasa a ser un mero trámite entre conflictos. La situación poco menos que nauseabunda en que la gente con un sueño de opio se mueve a través de la supervivencia en una jungla humana, es reflejada para dar al espectador una visión menguada de lo que es la realidad. Con parajes funestos y lugares lúgubres, se muestra la vida de frontera de la manera burda y cruda de una vida que empieza y termina en el mismo sitio. El director Luis Mandoki (Cuando un hombre ama a una mujer, 1994; Voces inocentes, 2004), después de lo que fue aquel fracaso cinematográfico Fraude: México 2006 (2007), que más que una película de denuncia pareció el trabajo regular de un estudiante mediocre; nos trae ahora una cinta que pretende reflejar la realidad cotidiana en la frontera sur de México; con su detallada manera de retratar la cotidianeidad, lleva al espectador a la selva de asfalto en la que se ha convertido la línea fronteriza. Greisy Mena (Postales de Leningrado) es quien lleva el rol principal en la historia, interpretando a una adolescente que pretende lograr el sueño americano a través de la música, creer que es buena cantante y cuya meca de inicio es un burdel de mala muerte llamado "tijuanita"; en donde muchachas menores de edad son explotadas sexualmente por una matrona y que mediante esos sueños que las jóvenes le confiesan. Alrededor de este maremágnum de ambiciones y anhelos, se encuentran todas las más bajas pasiones del ser humano y su consecuente final catastrófico que parece no ser de importancia para nadie. Joaquín Cosío (Salvando al soldado Pérez, El infierno) muestra sus dotes histriónicas en un papel que le queda como pintado, un oficial de migración corrupto que, haciendo mancuerna con gringos, autoridades mexicanas y proxenetas guatemaltecos, saca provecho de la urgente necesidad de los inmigrantes para hacer fortuna sin mucho esfuerzo. El actor venezolano Fernando Moreno (Días de poder, Hermano) encarna al hermano de la referida Sabina Rivas, pero ambos están atrapados en una vorágine de desdichas y sinsabores que los hacen reptar por el mundo más sórdido de la sociedad y se ven envueltos en un sinnúmero de situaciones que provocan en el auditorio un mal sabor de boca que recalcitra lo más profundo sin permitir siquiera la tan necesaria catarsis. La película se desarrolla como una muestra de lo que una sociedad marginada tiene cuando se busca en otro país lo que no se encuentra en el propio; enfrentándose a una pléyade de eventos que laceran la profundidad del psique humano; los hombres, para sobrevivir, tienen que pertenecer a grupos delincuenciales, en este caso los maras para siquiera aspirar a un mendrugo de miseria en la putrefacción de la sociedad y las mujeres a vender su cuerpo de mil y un formas a seres sin escrúpulos que solo ven en ellas un trozo de carne que sirve al placer; subyugados por un oscurantismo social, se les ve a las jovencitas marchitarse en las lascivas manos de pseudo hombres de negocios, mientras ellas aún llevan en su mente la idea de un sueño que llegará algún día. Las vicisitudes que hacen converger las historias de los personajes están creadas para hacerla historia más negra y denigrante; los sueños de quienes tienen fe en el futuro, quedan aplastados bajo las botas militares a las órdenes de los corruptos que manejan los hilos de la política. La cinta tiene como fin mostrar una realidad que se vive fuera de la sociedad establecida, es dramático el mostrar con todo rigor, la podredumbre del ente humano al topar con la bajeza total, de aquellas normas morales que solo sirven para adornar libros y leyes y que en la vida diaria del inmigrante, no sirven ni para mitigar una esperanza resquebrajada. El trabajo del director es muy bueno, nada que ver con aquel olvidable experimento fílmico fallido del 2007 que parecía haber acabado con la carrera de Mandoki y que quizá por tal motivo tardo 6 años en regresar a trabajar, y con una producción que necesito el apoyo de muchas empresas para poder lograrse; quizá no todos estaban seguros del trabajo que se realizaría; más aún Televisa, una productora que se caracteriza por guiones y filmes digeribles y que no perturben a un público que va al cine a divertirse no a enfrentarse con la realidad, aquí apuesta por un proyecto que, si no mueva conciencias, al menos muestre un poco de vida sincera; con locaciones y escenas fuertes, sin embargo, no apuesta a sus estrellas plásticas y prefiere arriesgar actores de quienes nadie se acordará en el futuro. Vale la pena ver el filme, como una visión menos maquillada de una historia siempre sabida y siempre escondida; el pueblo mexicano vocifera por justicia en una frontera norte cuando un inmigrante es abatido por las balas de la patrulla fronteriza; y no voltea al sur a ver como por cada mexicano muerto en el norte, los cadáveres ya ni siquiera se cuentan en el sur; por cada muerta de Juárez, hay incontables jovencitas atrapadas en las redes de la trata de blancas y por ellas nadie levanta la voz; en un problema que ahí está, ahí estará y como siempre a nadie le importa. Javier Mora |
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