En homenaje a Fassbinder
Cuando nos enfrentamos a los abismos de la vida, donde no cabe ninguna redención, todo es posible. Así ocurre con esos tatuajes que pueden ser físicamente visibles, tan de moda hoy día, pero también con otros que se llevan dentro, como ocurre en la novela de Jean Genet, Querelle, donde el protagonista es un marinero abocado al crimen. Dirigido por un genio que falleció prematuramente, Fassbinder, la película basada en la novela deambula por el deseo, por la tentación, en los muelles donde los marineros se ofrecen como reclamo sexual, hay una sombra en cada uno de ellos, seres heridos por la vida, condenados a navegar errantes por el mundo. George Querelle es un marinero de belleza angelical que tiene subyugado al teniente Seblom, comandante del navío. Querelle que ha llegado con su barco a Brest, ha quedado en la ciudad con su hermano Robert en un tugurio llamado “La Feria”. El local lo regenta Nono, cuya mujer, Madame Lysiane, es amante de Robert. Nono, que hace de confidente de la policía, se ofrece a Querelle para dar salida a un cargamento de opio. Querelle echa mano de Vic, un marinero al que luego asesina. Para convertirse en amante de Madame Lysiane, Querelle se deja sodomizar por Nono. Robert se entera y recrimina a su hermano semejante decisión. Otro hombre, Gil Turko es víctima de las burlas de los marineros por ser homosexual. Gil mata a Theo, su jefe de equipo, harto de las burlas de este por su condición sexual. La historia acaba con la tensión de todos los personajes, envueltos en la codicia y la falta de ética ante la vida. El director alemán contó con Brad Davis para el papel de Querelle, porque este contenía una ambigüedad sexual latente, protagonista de la famosa El expreso de medianoche, donde hace del americano que es detenido y torturado en Turquía por querer pasar la droga a Estados Unidos, también eligió a Franco Nero como el teniente, en un papel extraño que Nero interpretó muy bien. Jeanne Moreau, la gran actriz francesa hizo de Madame Lysiane. El ambiente turbio de la película, la atmósfera opresiva del mundo de los muelles, del tugurio donde se reúnen los personajes, dio a la cinta ese aire malsano que Fassbinder supo copiar de la novela de Genet. Hay en la película la idea latente de que la belleza física es también un trasunto de la maldad interior, el hombre de rostro angelical es también un asesino, lleva tatuado el dolor en la mirada. La cinta está llena de ese aire melancólico de infelicidad latente, todos se desean, porque no han sabido nunca amar a nadie. El sexo es la única respuesta a estos seres desvalidos que respiran dolor en cada metraje. La diferencia entre Gil, un asesino por obligación, debido a la opresiva vida que lleva, burlas y maltrato por parte de su jefe, en Querelle el crimen es una condición natural de su personalidad violenta, no hay culpa ni remordimiento, descreído de toda fe, Querelle vive en la fisicidad de un cuerpo que atrae a los hombres, lo que le conduce a la homosexualidad. Sabe que ha de exponerse a la sodomía, porque debe ser ultrajado, lo lleva en las venas. Los temas de la película, el tráfico de drogas, la prostitución, ya habían aparecido en otras cintas de Fassbinder, un director que filma el dolor, sabe de la condición humana en seres desvalidos y desprotegidos, lo que le lleva a usar la violencia en sus películas. Es Querelle un retrato duro de unos seres marginales, turbios y llenos de ira hacia la vida. Una película realmente fascinante donde los tatuajes no se ven, pero están en algún lugar del alma.
Pedro García Cueto
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