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Al ritmo de batucadas acompañadas por un desfile de títeres gigantes que recorrieron las calles y las plazas de la ciudad que vio nacer a Carlos Gardel, se inauguró oficialmente, el viernes 20 de marzo de 2009, los 21º Encuentros de Cines de América Latina de Toulouse, en una maratón de 10 días de proyecciones que se llevaron a cabo en 12 salas de la ciudad y en otras 50 salas del departamento de Midi-Pyrénées. En un ambiente a la vez joven y bohemio, las calles y salas de cine tolosanas se vistieron de fiesta para recibir a las 50 mil personas que participaron del festival, entre los cuales se cuentan espectadores, periodistas, 13 embajadores latinoamericanos y 160 profesionales del cine. El público tuvo la oportunidad de ver 220 producciones entre largos y cortometrajes, documentales y películas ficcionales, multimedia y filmes experimentales provenientes de toda América Latina. Se presentaron 27 obras en competición y otras participaron de los tres encuentros a los que estaban destinadas: Cine en construcción, Cine sin fronteras y Cine en desarrollo. Muchas obras ya consagradas fueron organizadas en secciones paralelas tales como: 10 años de cine argentino, 50 años de cine cubano y El documental chileno post-dictadura. Las películas exhibidas Entre las películas presentadas hubo sorpresas y decepciones. El Niño Pez (Lucía Puenzo, Argentina, 2009) es la historia de Lala, una joven perteneciente a la alta sociedad porteña, que se enamora de Ailén, una sirvienta paraguaya empleada en casa de su familia. En este retrato crítico de las familias acomodadas de Buenos Aires, donde no faltan las relaciones familiares conflictivas, existe una especie de universo paralelo, en la línea del Realismo Mágico, donde lo fantástico forma parte integrante de la realidad misma. El mito se vuelve aquí tangible en forma de divinidad mitad pez, mitad niño, y ese otro mundo es registrado por una cámara subacuática y presentada en el filme en forma de insertos durante los títulos de apertura y mediando la historia. Los saltos temporales hacia el presente y el pasado colaboran aún más con esta idea de un universo paralelo al real, puesto que de esta manera se rompe con la linealidad lógica del relato, con una estructura racional acorde a nuestra percepción cotidiana. Sin embargo hay un torpe tratamiento de los conflictos sociales, recurriendo insistentemente a ciertos clichés muchas veces antes utilizados en las telenovelas, escenas con armas de fuego que bordean lo ridículo, personajes estereotipados (el "malo", el "perverso", la "buena") que terminan por deslucir un buen tratamiento de la imagen. Se trata, en definitiva, de una novela tan bien filmada como poco original. Algo similar ocurre en Postales de Leningrado (Mariana Rondón, Venezuela, 2007) donde los conflictos armados que estallaron en Venezuela durante los años '60 son percibidos a través de la mirada de Marcela, la pequeña hija de dos integrantes de un grupo guerrillero que luchaba por la instauración del comunismo en ese país. Si bien el tratamiento gráfico y la idea de animar las postales mediante técnicas de digitalización son un hallazgo, el tono de comedia que prima en el filme, frivolizando incluso las escenas de secuestro y tortura, impiden al espectador una mirada reflexiva sobre el tema. Una de las producciones más recientes exhibidas dentro del ciclo "10 años de cine argentino" ha sido El Asaltante de Pablo Fendrik (Argentina, 2007). El filme sigue de cerca a un hombre en su minucioso plan de robo. La cámara al hombro lo registra en los mínimos gestos, movimientos, detalles, haciéndonos sentir su angustia y sus dudas. El Asaltante retoma los planos no convencionales y los diálogos triviales de la nueva ola francesa de los años '60, así como la utilización sistemática de cámara al hombro y de sonido directo del Dogma '95. Se pueden destacar especialmente las desprolijas, fragmentadas y desenfocadas subjetivas del protagonista huyendo de sus persecutores, pues su utilización, tan frecuente en el cine moderno, es un reflejo de esa misma fragmentación en el espíritu del personaje. Dentro de los filmes en competencia, dos son dignos de destacar: Alicia en el País (Esteban Larraín, Chile, 2008) y El Artista (Mariano Cohn y Gastón Duprat, Argentina, 2008). El primero es la historia de Alicia Esquivel, una chica de 13 años perteneciente a la etnia quechua, que recorrió en 2004 más de 180 kilómetros a pie desde Soniquera, pequeño pueblo ubicado en el sur de Bolivia, hasta San Pedro de Atacama en el norte de Chile. Además de inscribirse en la realidad contemporánea de la migración ligada al trabajo, este largo recorrido proviene de una antigua tradición inca, como una forma de rito de paso de la niñez a la edad adulta. Desde el punto de vista formal, Alicia en el País podría verse como un documental. De hecho su realizador ha incursionado anteriormente en ese género siendo ésta su primera obra ficcional. La figura de Alicia se pierde en esos planos generales lejanos de los paisajes desérticos bolivianos. En los encuadres casi vacíos, priman los contrastes de luz y los cambios de tonalidades. El blanco de la nieve que cubre el suelo vira en la secuencia siguiente hacia los ocres y amarillos, dando la idea de calor excesivo y falta de agua. La cámara registra igualmente la luz en su ciclo natural diurno con los contrastes de claroscuro y los cambios tonales resultantes, en un estudio de atmósferas y de cambios lumínicos, de paisajes desérticos con sus colores. Las gaviotas andinas y los flamencos rosados que surcan el cielo anuncian la cercanía del mar, recordándonos que Bolivia no posee más costa que la del Lago Titicaca, luego de que perdiera la guerra del guano (o guerra del salitre) contra su vecino Chile, en 1884. La historia de Bolivia, su cultura, su política, aparecen sutilmente reflejadas en el relato. En una escuela de Soniquera se les habla a los alumnos de quiénes fueron sus antepasados, mostrando así que el pueblo boliviano es consciente de sus valores intrínsecos; Alicia prosigue todo su recorrido portando, en su gorra, una imagen de Bolívar, considerado héroe libertador por los bolivianos y que, además, le da el nombre a la nación. Finalmente, se pone especial énfasis en el contraste brusco de paisajes y de culturas entre Soniquera, la auténtica Bolivia y San Pedro de Atacama, una zona turística chilena totalmente occidentalizada y rodeada por un área de vegetación, muy diferente al desierto que vio nacer a la protagonista del filme que nos ocupa. Alicia en el País es un buen filme de ficción con cierto tratamiento documental y cuyos aspectos formales, dignos de destacar, funcionan de telón de fondo para un mensaje de tinte político apenas esbozado.
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Finalmente El Artista es la historia de Jorge Ramírez, un enfermero que está a cargo del cuidado de Romano, un anciano que sufre de una forma de autismo. Cuando Ramírez descubre que Romano se expresa con dibujos y manchas, decide presentar sus obras a una galería de arte contemporáneo. Para que el galerista las acepte se ve en la obligación de firmarlas como propias. El proyecto fue concebido por el Director de Artes Visuales de la Secretaría de Cultura de la República Argentina, el arquitecto Andrés Duprat, quien estuvo a cargo de la redacción del guión y encargó a su hermano Gastón Duprat y a Mariano Cohn la dirección del filme. Además participó en la producción el artista argentino de renombre internacional León Ferrari -ganador del León de Oro al mejor artista en la Bienal de Venecia de 2007- y en la interpretación, la galerista Florencia Braga Menéndez, en el papel de guía de exposiciones y el escritor Alberto Laiseca, en el rol de Romano. El filme es una mirada irónica sobre el mundo del arte contemporáneo más que sobre la obra en sí misma (que en ningún momento se muestra en cámara). Es también una autocrítica y una forma de catarsis pues ha sido concebido y realizado por personas conocedoras del medio. De allí que en varias oportunidades el realizador invierta el punto de vista, transformando al espectador en el objetivo hacia el que apunta la cámara y confrontando al mismo tiempo al público consumidor de la obra de arte con el público espectador de cine. Andrés Duprat dijo en una entrevista durante el festival que su idea "no era hacer una crítica sino escribir una historia sobre el problema de la paternidad de una obra de arte, una temática muy contemporánea", y más tarde profundiza aún más en el tema: "los dos personajes forman un artista. Romano hace dibujos geniales, pero sin ninguna voluntad de hacer arte. Y es necesaria una voluntad para hacer arte. Hay que aceptar las reglas del juego que el sistema impone. Todo eso lo hace Ramírez, el enfermero". Pero más allá del cuestionamiento sobre su paternidad, la tesis del filme se extiende hasta alcanzar la cuestión de definir qué es una obra de arte. "La idea de arte varía continuamente según las épocas y los pueblos, y lo que para una determinada de tradición cultural era arte, parece disolverse frente a nuevos modos de actuar y de gozar" (1) escribe Umberto Eco en su libro La definición del arte. "El irse articulando del arte contemporáneo cada vez más como reflexión de su mismo problema (poesía del hacer poesía, arte sobre arte, obra de arte como poética de sí misma) obliga a registrar el hecho de que, en muchos de los actuales productos artísticos, el proyecto operativo que en ellos se expresa, la idea de un modo de formar que realizan en concreto, resulta siempre más importante que el objeto formado." (2) Umberto Eco llega a la conclusión de que para el arte contemporáneo es tan importante la obra misma como la reflexión que se hace de ella, hasta el límite de no tener ésta existencia propia sin una producción poética que la complemente. En El Artista este mundo que rodea la obra de algún modo es condición necesaria para que el objeto-dibujo y el objeto-mancha sean considerados obras de arte. Este mundo legitimador del arte contemporáneo está representado en el filme por el curador, el galerista, el historiador de arte, el crítico, la guía de exposiciones y el público consumidor, con su cuota de esnobismo y superficialidad de parte de algunos, de ambición y de excesiva intelectualización, de parte de otros. La película de Duprat y Cohn habla también de Marcel Duchamp y del célebre ready made consistente en un mingitorio firmado con su pseudónimo R. Mutt, actualmente expuesto en el Centro Pompidou de París. Sobre esto también hace referencia Umberto Eco cuando explica de qué manera el arte contemporáneo se ha apropiado de objetos pertenecientes al mundo industrializado o formas que surgen espontáneamente en un muro para aislarlos y re-contextualizarlos, otorgándoles un nuevo significado, convirtiéndolos en una obra de arte. "Una gran parte del arte contemporáneo trabaja en esta misma línea de experimentos surrealistas y dadaístas. En ocasiones es el puro juego formal, la satisfacción estética ante la nueva forma descubierta (…) como en aquellas fotos que alguien realiza eligiendo trozos de pared que 'parecen' un cuadro de algún pintor. Y, en ambos casos, objeto y fragmento de pared no existían, como obras de arte, antes de que la mirada del artista se fijara en ellos." "Otras veces el fragmento de realidad se aísla y presenta con una evidente intención irónica y polémica". (3) Las manchas de humedad en la pared, que acompañan a los créditos de apertura en el filme que nos ocupa, son totalmente aleatorias, sin intervención de la voluntad o la razón, y recién al promediar el relato, el espectador está en condiciones de relacionarlas con las formas irregulares que Romano crea con sus dedos y que se convertirán en objetos de consumo luego de un largo proceso de asimilación por parte del mercado de arte. Por este motivo, entre todos los textos disponibles en la biblioteca, el historiador de arte eligió para Jorge Ramírez uno que explica cómo un objet trouvé o ready made (en este caso el de Duchamp) pudo transformarse en una pieza de museo. El Artista utiliza además recursos modernos en cuanto a su tratamiento estético, con una composición del cuadro basado en contrastes de luz y líneas fuertes muy en el estilo de la composición de fotografía fija, empleando líneas oblicuas en la arquitectura acompañadas de un descentramiento de la figura -especialmente en la imagen recurrente del personaje principal delineado a contraluz sobre la ventana de su departamento-, que otorgan a la composición fotográfica una gran sensación de dinamismo. Lo mismo puede decirse de la repetición de motivos que ocupan todo el cuadro (los asientos en la sala de conferencias, por ejemplo). El filme es una reflexión a la vez irónica y autocrítica del universo del arte contemporáneo, concebido e interpretado por profesionales del medio con una gran necesidad de expresar sus amores y odios desde sus experiencias diarias, desde un cierto desencanto pero, al mismo tiempo, desde su pasión por el arte. 1 Eco, Umberto. La definición del arte. Ed. Martínez Roca, Barcelona, 1970, pág.140 2 Op.cit, pág. 128 3 Op.cit. Págs 209-210 Las películas premiadas Un jurado compuesto por Tiziana Finzi, directora del Festival de Miami; Guy Chapouillé, director de la Escuela Superior Audiovisual de Toulouse (ESAV); Enrique Colina, director de cine cubano; Santiago Loza, director de cine argentino y Miguel Machalski, guionista argentino, otorgó el gran premio Coup de Coeur de los 21º Encuentros de Cine de América Latina de Toulouse al largometraje Impulso (2009) del director ecuatoriano Mateo Herrera. El Premio del Público "Intramuros" fue para El artista (2008) de los argentinos Mariano Cohn y Gastón Duprat y el premio "Découverte" de la crítica francesa fue para Vil Romance (2008) del argentino José Campusano. Por su parte el filme argentino Historias Extraordinarias (2008) de Mariano LLinás mereció el premio FIPRESCI a la mejor ópera prima. El premio "Signis" al mejor documental fue entregado a Galel Maidana por La Asamblea (Argentina, 2008) y el mismo premio al mejor cortometraje fue para el mexicano Alonso Ruiz Palacios por Café Paraíso (2008). El cortometraje Atlántico (2008) del brasileño Fabio Meira de Sousa mereció el premio "Courtoujours". Adriana Schmorak Leijnse
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El Niño Pez

El Asaltante

Postales de Leningrado

Alicia en el País

El Artista
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