"El BAFICI es un festival que tiene la renovación grabada a fuego en su identidad. Y este año se renueva como nunca". Con estas palabras, firmadas por Javier Porta Fouz (director artístico del evento), se abre la grilla de programación del 21° Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires. El texto es breve pero conciso y certero: en efecto, si algo caracterizó a la edición 2019 del Bafici fue la transformación profunda de varias de sus características históricas. El término "renovación", sin embargo, resulta demasiado optimista para describir una serie de modificaciones que parecen tener bastante poco que ver con la intención de mejorar o potenciar un evento cultural. Por el contrario, es fácil atribuir los cambios operados en esta edición del festival al proceso de recorte presupuestario que pesa actualmente sobre diversas áreas en la ciudad de Buenos Aires, así como a una voluntad de convertir esta clase de eventos en una instancia de consumo de productos y servicios. El resultado fue un Bafici notablemente diferente este año. Fue así como el miércoles 3 de abril se dio inicio a un festival visiblemente empequeñecido. Las salas del complejo Village Recoleta ya no formaron parte del evento, y en su lugar la sede central se trasladó a los cines Multiplex, situados en el barrio de Belgrano. El complejo Multiplex cuenta con menos salas de exhibición que el Village, lo cual redundó en una menor cantidad de películas proyectadas. Los demás espacios involucrados fueron el cine Gaumont, la Alianza Francesa, la sala Leopoldo Lugones y una serie de centros culturales distribuidos en diversos puntos de la ciudad. En paralelo a esta disminución de la cantidad de salas de exhibición se realizaron varias proyecciones al aire libre, donde las películas se mezclaron con stands que ofrecían toda clase de servicios (mucho más ligados a la industria cinematográfica que al cine independiente, por cierto). Fue posible, por ejemplo, solicitar un servicio de maquillaje artístico para caracterizarse como el personaje de un film, o sacarse una foto en medio de un espacio que reproducía la escenografía de algún tanque de Hollywood (Titanic, Forrest Gump, entre otros). Entre los concurrentes a estas proyecciones y eventos al aire libre circulaba también un sujeto disfrazado de búho (mascota oficial del festival), dispuesto a fotografiarse con ellos. Fue evidente, en este sentido, el fuerte contraste entre el ajuste que se operó hacia el interior del festival (menos salas, menos películas) y el enorme despliegue publicitario y comercial con el que se promocionó el evento. Hubo menos películas para ver y muchos más servicios para consumir. Muchos de ellos, además, vinculados al cine masivo, lo que resulta evidentemente contradictorio en un festival de cine independiente. El 21°Bafici también se caracterizó por no realizar ninguna publicación, a diferencia de sus ediciones anteriores. En un principio se especuló con la posible presencia del director estadounidense Brian De Palma, sobre el cual se esperaba publicar un libro, pero el realizador de Carrie (1976) y Los intocables (1987) finalmente no asistió al festival. La publicación sobre su obra, por ende, jamás se concretó, ni fue reemplazada por otra. En cuanto a la programación, el Bafici 2019 ofreció una gran cantidad de películas de directores noveles y premiéres mundiales, en desmedro de otros realizadores consagrados. Según cifras oficiales, un 29% del total de largometrajes proyectados correspondieron a operas primas. La sección Rescates, que en otras oportunidades ofreció verdaderos tesoros, esta vez se volcó a producciones del Hollywood contemporáneo que por su masividad y cercanía con el público en general no parecerían requerir de ningún rescate... En el marco de esta sección se exhibieron clásicos norteamericanos como Duro de matar (John McTiernan, 1988), Alien, el octavo pasajero (Ridley Scott, 1979) y Cuando Harry conoció a Sally (Rob Reiner, 1989). Entre los directores principiantes y los tanques de Hollywood hubo un pequeño lugar para algunos realizadores de cine independiente de mayor trayectoria y prestigio. Del italiano Nanni Moretti (a quien se le dedicó un foco en 2017) se exhibió su último film, Santiago, Italia. La grilla incluyó también el último trabajo de Carlos Reygadas (Nuestro tiempo) junto a films de Peter Bogdanovich (The great Buster: a celebration), Werner Herzog (Meeting Gorbachev), Mia Hansen-Love (Maya) y Paolo Sorrentino (Loro). Los tradicionales focos también mermaron en cantidad. El más interesante fue el dedicado al realizador portugués Paulo Rocha y la actriz Isabel Ruth, cuyas películas se exhibieron por gentileza de la Cinemateca Portuguesa. El realizador británico Julien Temple fue otro de los invitados destacados de esta edición a quien se le dedicó un foco. El director brindó una charla sobre su trabajo y acompañó la proyección de varias de sus obras, entre ellas Habaneros, Absolute beginners y Keith Richards: the origin of the species. La crítica en general coincidió en destacar el buen nivel de las producciones argentinas, que se alzaron con premios en diversas secciones. ¿Quién mató a mi hermano?, de Ana Fraile y Lucas Scavino, por ejemplo, recibió una mención especial en la sección Competencia Oficial de Derechos Humanos. Ceniza verde, de Pablo Mazzolo, fue distinguida con un premio al Mejor Cortometraje en la Competencia Oficial de Vanguardia y Género. Por último, dentro de la Competencia Oficial Latinoamericana el actor argentino Tomás Raimondi recibió una mención especial por su trabajo en la película Cartero, de Emiliano Serra; y el realizador Peri Azar fue reconocido como Mejor Director por su film Gran Orquesta. Fue sin lugar a dudas una edición bisagra del Bafici, en la que quedó en claro el ajuste económico que apremia al festival. También quedó en evidencia la decisión de darle al evento un perfil mucho más comercial que sin dudas desafía su identidad. Es extraño encontrar tantas producciones comerciales en un encuentro cuyo principal objetivo, supuestamente, es fomentar y dar a conocer obras de cine independiente. La "renovación", como sostiene Porta Fouz, hasta ahora ha convertido al Bafici en un festival de perfil bastante dudoso. Es muy probable que parte de la confusión en la que el evento parece haberse sumido se deba también al repentino fallecimiento de su histórica productora, Paula Niklison, ocurrido a principios de este año. La muerte de Niklison, de solo 42 años, tomó por sorpresa a todo el ámbito cinematográfico y lamentablemente parece contribuir a la incertidumbre que rodea al Bafici. Habrá que esperar al año que viene para ver cómo se reencauza el festival.
Soledad Pardo
A continuación, todos los ganadores:
COMPETENCIA OFICIAL DE CORTOMETRAJES ARGENTINOS Mención especial: El brazo del Whatsapp, de Martín Farina. Mejores Cortos Argentinos: Blue Boy, de Manuel Abramovich; La siesta, de Federico Luis Tachella; El récord, de Daniel Elías; y Romance de la ternura tardía, de Ana Bugni.
COMPETENCIA OFICIAL DE DERECHOS HUMANOS Mención especial: ¿Quién mató a mi hermano?, de Ana Fraile y Lucas Scavino (Argentina). Mejor Película: Soleils noirs, de Julien Elie (Canadá).
COMPETENCIA OFICIAL DE VANGUARDIA Y GÉNERO Mejor Cortometraje: Ceniza verde, de Pablo Mazzolo (Argentina). Mejor Largometraje: Danny, de Lewis Bennett y Aaron Zeghers (Canadá). Gran Premio Vanguardia y Género: The Children of the Dead, de Kelly Copper y Pavol Liska (Austria).
COMPETENCIA OFICIAL LATINOAMERICANA Mención especial: Tomás Raimondi por su actuación en Cartero, de Emiliano Serra (Argentina). Mejor Director: Peri Azar por Gran Orquesta (Argentina). Mejor Película: La fundición del tiempo, de Juan Álvarez Neme (Uruguay).
COMPETENCIA OFICIAL ARGENTINA Mención especial: Breve historia del planeta verde, de Santiago Loza. Mejor Director: Eloísa Solaas, por Las facultades. Mejor Película: Fin de siglo, de Lucio Castro.
COMPETENCIA OFICIAL INTERNACIONAL Mejor Música Original: Mica Levi por Monos, de Alejandro Landes (Argentina / Colombia / Holanda / Alemania / Uruguay / Dinamarca / Suecia / Suiza / Estados Unidos). Mejor Actor: Keita Ninomiya por We Are Little Zombies, de Makoto Nagahisa (Japón). Mejor Actriz: Ella Smith por Ray & Liz, de Richard Billingham (Reino Unido). Mejor Director: Louis Garrel por L'Homme fidèle (Francia). Premio especial del Jurado: Los tiburones, de Lucía Garibaldi (Uruguay / Argentina / España). Mejor Película: The Unicorn, de Isabelle Dupuis y Tim Geraghty (Estados Unidos).
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