Buenos Aires III Festival de Cine Independiente
BAFICI 2001 - El fin de las utopías | |
Si fuese posible encontrar un hilo conductor que una temáticamente los filmes presentados en el III Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, tal vez sería el del fin de las utopías modernas en los albores del siglo XXI. La promesa de un mundo perfecto, sin hambre, sin guerras, sin sufrimiento, donde el hombre pueda ser plenamente feliz, se está derrumbando. Capitalismo y socialismo, ideologías de extrema izquierda y derecha han hecho propuestas de imposible realización, lo cual se ha convertido en la preocupación de muchos artistas contemporáneos como el director chino Jia Zhangken en su film Platform (China, 2000; Dirección: Jia Zhangke; Elenco: Hong-wei Wang, Tao Zhao, Jing-dong Liang; Duración: 160 minutos). La primera escena transcurre en el teatro chino donde los actores forman un tren humano que se dirige al pueblo donde nació Mao. Más adelante, el Expreso de Oriente será escuchado en off en un primer plano sonoro mientras la troupe corre a su encuentro pero sin abordarlo; hacia el final, el agua hirviendo en una pava remite al silbato de una locomotora. El tren del progreso, el tren de la vida que pasa es el leitmotiv del film. Sin embargo, los personajes parecen quedarse en la plataforma esperando algo que nunca llegará. Esta troupe de actores que recorre los teatros de provincia cantando a Mao son jóvenes idealistas que creen en la utopía socialista. El tiempo transcurre y una serie de objetos de consumo entran paulatinamente en sus vidas mientras el capitalismo mismo penetra con la misma lentitud en el sistema chino. Estos jóvenes apenas perciben cómo sus ideales se derrumban y sus vidas se debaten entre la opresión del comunismo chino y la frivolidad importada de Occidente. La escena final, en la que una de las jóvenes juega con su bebé mientras su esposo duerme pesadamente, es elocuente: el aburguesamiento y el ingreso en el sistema mundial de globalización han llegado como un tren que arrasa. Un tema similar es tratado por Volker Schlöndorff en La leyenda de Rita (Alemania, 1999; Dirección: Volker Schlöndorff; Elenco: Bibiana Beglau, Martin Wuttke, Nakja Uhl, Harald Schrott; Duración: 101 minutos) Un grupo de jóvenes subversivos provenientes de la RFA huye a la RDA para iniciar una nueva vida. Son intelectuales de izquierda con un idealismo exacerbado que creen en la utopía propuesta por el comunismo. La realidad les irá mostrando otra cara muy distinta. El mismo régimen que ellos defienden será aquel que los utilice para luego traicionarlos. "Los ideales de los jóvenes marxistas se convirtieron en lo que se ve en el film. Tanto en Alemania Oriental con el experimento socialista como en Alemania occidental con el experimento capitalista que triunfó. Pero ninguno es feliz, uno perdió al enemigo y el otro la utopía, el final sólo podía ser trágico. (...) La caída del muro es también el fin de una utopía." (Volker Schlöndorff en el Hoyts Cinema Abasto, 25-4-01) Otro aspecto de este final trágico que una utopía puede significar es expuesto en Moloch (Rusia/Alemania, 1999; Dirección: Alexander Sokurov; Elenco: Leonid Mosgovoi, Elena Rufanova; Duración: 103 minutos) por el director ruso Alexander Sokurov. Su título hace referencia a la divinidad cananea a la que se le ofrecían sacrificios humanos, especialmente de niños. Una tormenta que se aproxima, un ambiente siempre neblinoso acentuado por el difuminado que se aplicó a la fotografía, una fortaleza inexpugnable en las alturas de la montaña constituyen el marco tétrico casi de género de terror en el que Hitler y Eva Braun viven sus últimos días antes del derrumbe. Sólo un retrato comparable de la decadencia y la degradación humana se puede encontrar en el Saló de Pier Paolo Pasolini y su feroz crítica al régimen fascista. Sokurov nos presenta el retrato de un psicótico que cree ser un dios y dominar al mundo, pero no existe fortaleza ni muralla suficientemente impenetrable para impedir el acceso a la invencible Muerte. Wings of Hope (Alemania, 1999; Dirección: Werner Herzog; Elenco: Juliane Köpcke, Moisés Rengito Chavez, Juan Limber Ribera Soto; Duración: 70 minutos) es un documental del realizador alemán Werner Herzog, basado en un caso real, el de Juliane Koepcke que sobrevivió a un desastre aéreo ocurrido en la víspera de la Navidad de 1971, cuando un avión peruano que se dirigía de Lima a Cuzco se desplomó en el Amazonas. Herzog trata un género tan concreto y pragmático como el documental con una atmósfera metafísica, una suprarrealidad que parece conducir a Juliane por el camino de la salvación: la Naturaleza, lejos de ser su enemiga, parece ayudarla a encontrar la salida. El director utiliza un fondo musical casi de corte religioso. Las tomas aéreas donde la figura humana aparece pequeña en la inmensidad del entorno son clásicas en sus películas, siempre preocupado por la lucha desigual del hombre con la naturaleza inconmensurable. La iluminación utilizada durante la puesta de sol, le confiere a la figura del barquero que rescata a Juliane, una especie de halo celestial, como si un ángel descendiera a cumplir una misión. Esta luminosidad otorga a la imagen la idea de suprarrealidad y parece decirnos que hay algo más de lo que alcanzamos a percibir con los sentidos o comprender con el intelecto. Tabú (Japón/Francia/Gran Bretaña, 2000; Dirección: Nagisa Oshima; Elenco: Takeshi Kitano, Ryuhei Matsuda, Shinji Takeda, Tadanobu Asano; Duración: 100 minutos), del director japonés Nagisa Oshima, toca otro tema: el de las prohibiciones y las consecuencias de su violación. "Entendemos por tabú toda prohibición cristalizada en los usos y costumbre, o en leyes formuladas de manera expresa, de tocar un objeto, usufructuarlo o emplear ciertas palabras prohibidas." (S. Freud. Totem y Tabú, Amorrortu, p.31) Quien viola un tabú se convierte él mismo en tabú y siempre recibe castigo de una divinidad o de la misma sociedad. El estricto código samurai que Oshima intercala en forma de intertítulos, exige la propia muerte a quien lo transgreda. Esa es la ley, esa la prohibición: no tomar dinero de otro, no involucrarse en luchas civiles, no luchar por asuntos personales... Sin embargo, alguien en esta historia terminará quebrantando este último precepto. Kano no es hombre ni mujer, es el deseo encarnado pero también es la tracción del Mal, su belleza es demoníaca. El film está cargado de metáforas, el sable apoyado en el suelo constituye un símbolo fálico, la lucha que puede llevar a la muerte también está cargada de erotismo. Los personajes comunican sus pensamientos a través de una voz out (sonido que muestra la psicología del personaje) y a través de primeros planos de gestos y sonrisas apenas insinuadas y extremadamente sensuales, con cierto dejo de perversión. "Kano era demasiado hermoso y la perversidad se apoderó de él." dice uno de los samurai para luego cortar el tronco de un joven, bello y florido árbol que alude, por asociación, a la belleza de Kano. Amor y muerte, Eros y Tanatos en su eterna lucha de pasiones desatadas y el castigo final por la violación del tabú en ese grito fuera de campo que podemos escuchar mientras el árbol-Kano es cortado. El Mal ha debido ser erradicado. En Pizarrones (Irán/Italia, 2000; Dirección: Samira Majmalbaf; Elenco: Saïd Mohamadi, Bahman Ghobadi, Behnaz Jafari; Duración: 85 minutos), Samira Majmalbaf vuelve a las preocupaciones sociales de su Irán natal que ya habían sido tratadas en La Manzana. Pero esta vez no es la mujer el centro de la historia sino las condiciones de vida de un pueblo nómade en la frontera Irán-Irak. En medio de un conflicto permanente, un grupo de maestros intenta enseñar a leer y escribir, hacen hasta lo imposible por ofrecer su sapiencia a cambio de la satisfacción del deber cumplido y un plato de comida, pero sus esfuerzos y sacrificios resultan vanos. Majmalbaf establece constantes asociaciones de imágenes entre animales y seres humanos, lo que constituye una denuncia acerca de las condiciones de vida de estos pueblos nómades del desierto. Aquí ya no hay utopías porque no hay ideales a alcanzar, es la vida primitiva de un pueblo olvidado por su propio gobierno que gasta más en armas y helicópteros (el sonido de cuyas hélices pueden escucharse fuera de campo hacia el principio y final de la película) para una guerra sin sentido que en la educación y posibilidades de progreso para su propio pueblo. El film italiano Il Prezzo (Italia, 2000; Dirección: Rolando Stefanelli; Elenco: Stefano Dionisi, Chiara Caselli; Duración: 110 minutos) es una especie de road movie cuyo tema central es el tráfico de drogas y la degradación moral a la que llega el individuo en pos de una ambición desmedida. Asimismo es un retrato del mundo actual sin valores más allá del deseo de poder y de dinero. La otra cara de la sociedad capitalista se hace presente. En Les glaneurs et la glaneuse (Francia, 2000; Dirección. Agnes Varda; Duración: 82 minutos; DVCAM, color), Agnes Varda, recordada realizadora francesa perteneciente a la Nouvelle Vague, intenta un ensayo acerca de la recolección como tema. La recolección en el campo pero también la urbana, la recolección de residuos cuyas varias aplicaciones ella capta con su cámara. Desde Las espigadoras de Millet hasta un arte cercano al neodadaísmo en el que se logra una estetización de la basura, son captados por Varda en sus aspectos más interesantes. En este recolectar desperdicios y sobrantes del consumo masivo también se muestra un costado oscuro del sistema capitalista como utopía de bienestar. Thomas est amoureux (Bélgica/Francia, 2000; Dirección: Pierre-Paul Renders; Elenco: Benoit Verhaert, Magalí Pinglaut, Aylin Yay; Duración: 97 minutos) es, definitivamente, el fin de la utopía capitalista. Como en Un mundo feliz de A. Huxley, la sociedad del confort y el consumo ha triunfado manteniendo al hombre encerrado en su pequeño mundo perfecto, sin necesidades insatisfechas, sin vacíos, sin deseos. Toda una red de intereses económicos impide que el hombre salga de su estado embrionario, porque si, como diría Kant, el hombre saliese de su "autoculpable minoría de edad.", el sistema perdería razón de ser y se desmoronaría. El hombre por sí mismo debe romper con esta cárcel que ha creado para sí, liberarse y salir a la luz, nacer a un nuevo mundo distinto del actual que ya no lo hace feliz. Renders recurre a símbolos fuertemente connotados como el nombre Eva, la Mujer genérica, y los 33 años de edad de Thomas en el momento de salir de su casa que es la misma edad de Cristo al morir y, simbólicamente, el momento del nacimiento de una nueva humanidad. En la última toma, cuando Thomas se dispone a salir, la película aparece casi velada por una intensa luz. Dar a luz, ver la luz, expresiones relacionadas con la idea de nacimiento y una propuesta de volver a los inicios, al Génesis, al origen. Un nuevo recomenzar para el Hombre que ha perdido sus utopías y, quién sabe si no sea esa su mayor esperanza de realización. Adriana Schmorak Leijnse |
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