Septiembre - Octubre 2021
Suave Patria
México, 2011 Dirección: Francisco Javier Padilla Guión: Enrique Renteria, Hubert Barrero Reparto: Mario Zaragoza, Luis Fernando Peña, Mario Iván Martínez, Héctor Jiménez Duración: 98 minutos Nota Cinecritic ![]() |
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En una aventura de errores, enredos y equivocaciones, el director Francisco Javier Padilla (La puerta, 2003; Un trámite más, 2004) nos traslada al México de todos los días, ese que podemos ver en el periódico y asustarnos por lo que algunos viven en la calle, y nos da su visión para que podamos reír de la desgracia humana o llorar porque nos puede pasar a cualquiera. En este filme el director se regodea en una realidad que golpea a algunos y lo hace ver satírico e irónico al grado de lacerar a los personajes y ridiculizarlos al punto de la humillación. De manera vertiginosa, el director trata de mantener el ritmo de la cinta, ya que debido al tema, esta podría tender a caer y llegar al tedio y tan solo ser una secuencia de diálogos moralistas, unidos a un conjunto de chistes rápidos que no lograrían una coherencia para el espectador y todo quedaría en una comedia de pastelazo y moralina; pero el director logra una velocidad media que permite al espectador balancear de buena manera el tiempo, y sentirla relajada y fácilmente digerible. La selección de actores se podría definir como ad doc; los actores que ostentan los roles principales, se han desarrollado generalmente en la televisión, y la aceleración entre ambas disciplinas es muy distinta y si algo funciona en el cine, no tiene necesariamente que funcionar en la televisión y viceversa; Omar Chaparro (Puños rosas, 2004; The cool cat, 2006), trata de verse seguro llevando uno de los créditos estelares y logra una interpretación regular, pero sin perderse dentro del conjunto de actores que le rodean; Adrian Uribe (Cabeza de buda, 2009; Mejor que la vida, 2008), a pesar de hacer un esfuerzo titánico, el público no logra quitarse de la mente su personaje estrella "el Vitor" y pareciere que este personaje está interpretando a otro personaje, es triste ver como una caracterización puede comerse a su creador; su actuación no logra desaparecer al citado personaje. Héctor Suarez (Mecánica nacional, 1971; El milusos, 1981) una gran estrella tanto en el cine como en la televisión, con muchas millas recorridas en ambos campos y con grandes logros también; logra una interpretación plana y somera que en algunos momentos se podría apreciar sobreactuada, quizá tratando de no quedar atrás al interactuar con otros actores de comedia y su trabajo se demerita en algunas ocasiones y cae en el ridículo, traspasando la crítica y la sátira. José Carlos Ruiz (Pueblo de madera, 1990; Salvador, 1986) logra un rol medido y sin tratar de robar cámara, se concentra en lograr un papel que vaya acorde al personaje, sin excesos. La película podría ser considerada como un ejemplo de cinta para estar una tarde de domingo, sin pretensiones muy altas y poder apagar el cerebro un rato; a pesar de que se tocan temas como el secuestro, el narcotráfico y la corrupción, no se le pide al espectador que reflexione o critique la política social del país, sino que simplemente se relaje y se tome un par de horas de vida para pasar un rato de risa a veces sin razón. En una situación mundial de crisis como la que estamos viviendo, es bueno alguna vez desconectarse de la realidad y perderse en la irrealidad de una sala de cine, quizá aquí se cumpla el cometido del filme, no se tienen pretensiones de buscar un premio o un reconocimiento internacional por un esfuerzo excepcional, de lograr el reconocimiento por un trabajo que revolucione el cine mexicano, un derroche de pasión histriónica que derive en una vorágine de catarsis y clímax provocados a un público ávido de historias que propugnen un mundo mejor, este es tan solo un trabajo decente que cumple el cometido de divertir y desconectar de la realidad a un pueblo que necesita reír para al día siguiente continuar con su vida que seguramente estará llena de sinsabores y desengaños, pero al menos por un par de horas se consiguió desprenderse y sonreír. Javier Mora |
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