Septiembre - Octubre 2021
Julieta |
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España, 2016 Dirección: Pedro Almodóvar Elenco: Emma Suárez, Adriana Ugarte, Daniel Grao, Inma Cuesta, Darío Grandinetti, Michelle Jenner, Rosy de Palma Duración: 96 minutos Nota Cinecritic ![]() |
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Hay películas que van dibujando la tristeza en los rostros de sus protagonistas, cintas donde podemos ver cómo la mirada está ya teñida del paso del tiempo, siempre pienso en el rostro de Dirk Bogarde en "Muerte en Venecia", un hombre cansado que pasea por la playa, indiferente al tiempo, mirando a un joven rubio, como si contemplase, ya envuelto en brumas, las olas del mar. En el cine español, tenemos muchos rostros cansados, seres que van expresando ese dolor de la vida, no puedo olvidar la tristeza infinita de los ojos de la magnífica Cecilia Roth en "Todo sobre mi madre" (1999), quizá ese pasaje donde los rostros se encuentran para saber que nada volverá a ser como antes. También la inefable Carmen Maura en "Volver" (2006), esa obra maestra del director manchego, Pedro Almodóvar, donde cada surco del rostro es un paisaje para desentrañar. Su última película "Julieta", es una historia que no busca el exceso, como sí ha ocurrido en otras películas, que no cuenta todo, dejando en los silencios muchos espacios de soledad, en la cinta sabemos que el rostro de Emma Suárez (qué gran actriz es Emma y qué fascinante su mirada), está herido por la vida, vemos cómo va buscando luces entre las sombras de su vida, intentando que el pasado no la hunda definitivamente en la nada. El papel que hace Emma lo interpreta de joven Adriana Ugarte, una actriz fresca, que defiende muy bien su papel, que nos hace sentir que lleva sombras en el rostro, que su vida no ha sido un camino de rosas. Todo se acentúa con el tiempo, en la película sentimos que lo que se dice es solo un fragmento de lo que ha pasado, en los ojos que miran hay palabras que callan, debemos completar el puzzle para saber qué tiene a aquella mujer en su corazón que duele tanto. La película está basada en el relato Alice Munro "Silencio". Almodóvar ya puso el libro "Escapada" en manos de Elena Anaya en "La piel que habito", porque el director llevaba tiempo en ese deseo, adaptar el mundo de la Nobel canadiense a la pantalla, ese mundo de personajes que callan, en cuyas líneas siempre hay más verdades de las que cuentan, más misterios de los que aparentemente muestran. Almodóvar pensó rodarla primero en Canadá, luego en Nueva York, con la intención de hacer una película en inglés, pero luego se decantó por trasladar los continuos viajes de la protagonista a Madrid, a Galicia y a Andalucía, vemos a Julieta de aquí para allá, en tren, en autobús, sabiendo que en su peregrinar escapa de las grandes fronteras, los altos muros, que le separan de su marido, de su padre, de su hija. Julieta, a través de sus soledades y empleando la elipsis, se convierte en una radiografía de una mujer herida por la vida, que busca en los senderos de la vida que se ha roto los fragmentos para componer de nuevo una vida plena. Existe el mundo onírico, la escena en que la madre de Julieta recobra la lucidez, porque Almodóvar se empeña en hacer una película que nos emocione, pero sin exceso, una película que no se excede de los momentos melodramáticos, pero que está continuamente al filo de la emoción, son la labor de los actores los que expresan en las miradas lo que no se dice y que nosotros debemos descubrir. El uso del género epistolar para expresar aquello que no se dijo con palabras a los seres queridos es un recurso que la literatura y el cine español ya había utilizado, pero que aquí cobra altas dimensiones, desde las cartas de "Pepita Jiménez" de Juan Valera a finales del siglo XIX o títulos tan representativos del cine español como "Nueve cartas a Berta" de Basilio Martín Patino, película rodada en 1966, una muestra muy interesante de cine español que abrió otras puertas a un espectador cansado de películas comerciales y de "landismo" (con todos los respetos, ya que Landa fue sin duda un gran actor). Julieta es una mujer que esconde sus sombras en la vida, con un nombre que nos devuelve el título del drama de Shakespeare, porque Almodóvar navega en diferentes fuentes, la literatura, el uso de las cartas, el nombre de la protagonistas, el cine francés, las miradas de Robert Bresson, o el cine sueco, como los personajes de Bergman van fragmentando sus historias, en la inolvidable "Persona", por ejemplo, un cine que también está inundado de silencios, como el del maestro Antonioni, para Almodóvar, la película bucea en esas fuentes, ahonda en las sombras y luces de esos personajes que nunca dicen lo que son o lo que sienten (inolvidable aquel mundo de silencios de "La noche" o de "Desierto Rojo" de Antonioni). Buen espectador de cine culto, Almodóvar utiliza los colores como metáforas, esos rojos, esos azules, la película se impregna de referentes que nos sitúan, nos acercan a la protagonista, a las dos mujeres fascinantes que son una sola, en dos edades distintas, en dos momentos de la vida que se complementan, porque en ambos hay dolor en el alma. No hay que olvidar los diálogos ingeniosos de otros actores, Grandinetti excelente, Rossy de Palma hilarante, Inma Cuesta en una muy notable interpretación, Michelle Jenner muy bien en su papel, Daniel Grao, importante revelación, son los secundarios que van demostrando al espectador que todo en la vida puede ser dramático e irónico, que el humor está también insertado en el drama, convive con él, se alimenta de esas lagunas que la vida nos va dejando, donde arrastramos sombras y luces que nos contaminan y nos dejan absortos, abstraídos, ante el absurdo de vivir (el asombro kafkiano ante el personaje que se despierta por la mañana transformado en un escarabajo en la célebre "La metamorfosis"). Somos seres que se desdoblan, nos dice Almodóvar, por un lado, una sonrisa, por otro, una lágrima, todo su cine es un experimento para radiografiar las almas de los seres que analiza como un entomólogo (casi siempre mujeres), porque en los seres femeninos descubre el director muchos planos, muchas perspectivas, muchos matices. Notable película, mejor que otras que quieren ser más provocadores (me refiero a "La piel que habito", un experimento más fallido por su afán pretencioso), aquí, Almodóvar se contiene y logra otra pequeña pieza de arte de la talla de "Todo sobre mi madre" o "Volver", sin que todo sea redondo, como en su vis más cómica "Mujeres al borde de un ataque de nervios", pero consiguiendo que sintamos emoción y tristeza contenida, sin que nos resbalen las lágrimas, pero sabiendo que ya estamos heridos por esos personajes, sobre todo, por esa mujer que sin hablar, con el solo acto de mirar, desvela un mundo, labor que agradecemos a dos mujeres que son talentos indudables de nuestro cine, Adriana Ugarte, cada vez mejor actriz, y una Emma Suárez que ha ido dejando algunos de los mejores personajes de nuestro cine español, luminosa actriz que siempre conmueve en todo lo que hace. Una película que no podremos olvidar, porque sus personajes llevan heridas en el alma. Pedro García Cueto |
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