Septiembre - Octubre 2021
Up
Estados Unidos, 2009
Dirección: Bob Peterson, Pete Docter
Guión: Bob Peterson
Duración: 96 min.
Intérpretes: Christopher Plummer, John Ratzenberger, Edward Asner, Delroy Lindo.
Distribuidora: Walt Disney Pictures
Productora: Pixar Animation Studios
Web: disney.go.com/disneypictures/up
Nota Cinecritic
Para chicos grandes Up, una aventura de altura es la primera película en 3D que produce Disney-Pixar. Dirigida por Peter Docter (el mismo de Monsters, Inc.), este film infantil sigue la costumbre cada vez más habitual en producciones para chicos de incorporar temáticas y una cantidad de información más cercanas a un cine para adultos que para niños, aún cuando se las integre en un marco de película infantil. Lejos de los viejos y tradicionales cuentos, Up es una película que si bien tiene varios ingredientes de infantil (empezando por el hecho de que uno de sus protagonistas, Russell, es un simpático gordito de 8 años que se lanza a la aventura), se corre de los lugares más esperables en una película de este tipo. La historia comienza con un falso comienzo (o, en todo caso, con un falso niño protagonista en el comienzo). Un nene llamado Carl observa con ojos maravillados las proezas de un investigador en la pantalla de una sala de cine. La película muestra sus descubrimientos varios y el niño rebosa de admiración. Decidido a ser como su ídolo, juega a ser un aventurero. Conoce casualmente a una vecinita, Ellie, que con el mismo ímpetu juega a la exploradora. Y cuando nos convencemos de que los niños serán los protagonistas del film, resulta que hay un pequeño detalle no esperado. En una breve secuencia vemos a Carl ya adolescente, luego joven recién casado (con Ellie, claro), adulto maduro y finalmente anciano. Nuestro chico del comienzo sí será el protagonista, pero con el agregado de que ya no es un chico… Y las verdaderas aventuras comenzarán en su vejez. Tenemos así una especie de anti-Peter Pan en el personaje de Carl. En el mundo de Up los chicos crecen y atraviesan las diferentes etapas de la vida enfrentando las dificultades de este crecimiento. A diferencia de las películas infantiles más clásicas, en las cuales el mundo de los adultos es uno y el de los chicos otro, en este caso vemos cómo los últimos devienen los primeros con el paso del tiempo. El hecho de crecer enfrenta a Carl a duras experiencias que alejan a la película de la ingenuidad más clásica de los infantiles. En la vida de adulto de Carl hay un hijo que no llega (luego de acondicionar una habitación para bebé, Ellie llora en el consultorio del médico), y en su vida de anciano sufre la indiferencia de los más jóvenes, la soledad de la vejez, la pesadez de la rutina y la muerte de su esposa. De esta manera, un tono serio invade la película y la acerca más al público adulto que al infantil. Por otro lado, hay elementos propios de la vejez que son explotados como recursos humorísticos: Carl se defiende de su enemigo escupiéndole en la cara su dentadura postiza, golpea atacantes con su bastón, hace sonar toda su espalda al levantarse a la mañana y baja el volumen de su audífono cuando la verborragia de su compañero de aventuras, Russell, agota su paciencia. Esto último funciona también como explicitación de la instancia de enunciación y contribuye a lo cómico del film: cuando Carl disminuye el volumen de su audífono los espectadores, en su piel, dejamos de oír también, y ya solo podemos ver a Russell gesticulando, sin saber qué dice. Asimismo la película incorpora la explicitación de su propio código como recurso humorístico cuando los dos compañeros, Carl y Russell, conocen a un perro que este último inmediatamente pretende adoptar. Ante la negativa de Carl, Russell insiste: "¡pero es un perro que habla!", le dice sorprendido al anciano, dejando en claro que en el universo diegético del film, así como en la vida real, no es normal que un perro hable. Fuera del detalle molesto, sobre todo para los sudamericanos, de que la aventura transcurre en Sudamérica como si fuese en Marte (se explica que Sudamérica es otra América pero en el Sur, donde hay unas exóticas cataratas llamadas Cataratas del Paraíso, es decir, naturaleza exuberante y salvaje, nada de civilización), la película es entretenida y original. Las aventuras de Carl y Russell comienzan cuando el primero, negándose a ser trasladado a un geriátrico, se escapa atando cientos de globos a su casa y haciéndola salir volando por el aire. De ahí en más, el dúo enfrentará bichos extraños, perros que hablan y un malvado explorador; todo lo cual está impecablemente realizado. Tal vez su costado más problemático pase por ofrecerse como película para nenes chicos sin tener en cuenta la angustia que les puede provocar la permanente alusión a la muerte y la pérdida de lo querido (la aventura entera es un deseo de Carl de cumplir el antiguo sueño de su esposa muerta: trasladar la casa de ambos a las Cataratas del Paraíso. En el camino, los álbumes de fotos viejas, así como los juguetes y dibujos de la infancia compartida, invadirán la película). La permanente presencia del recuerdo y la nostalgia por lo que ya no volverá tiñe a Up de una tristeza tal vez difícil de digerir por chicos muy chicos. Sigue comprobándose así la tendencia: las películas para chicos son cada vez más para grandes. Soledad Pardo |
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